POSICIONAMIENTO DE LA DIPUTADA YARITH TANNOS CRUZ, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRI EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS, PARA REFERIRSE A LA EFEMÉRIDE CON MOTIVO DEL 21 DE MARZO

ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA, DURANTE LA SESIÓN DE HOY.

A nombre del Grupo Parlamentario del PRI pido el permiso de la Mesa Directiva. ¿Qué significado queremos darle a la conmemoración del 210 aniversario del natalicio del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez?

Tal vez aprovechar la ocasión para traer a la persona que fue. Esa que pudo haber sido más allá del personaje entrañable y de la leyenda que reconocemos en él, el gran estadista que puso los cimientos de la modernidad de la República a la hora de ir instaurando el poder desde una concepción del Estado, en la que éste pasaba a asumir la responsabilidad sobre la población, que hasta entonces venía siendo tutelada por la Iglesia Católica en todas las etapas de la vida.

Juárez nos abre la puerta a la libertad de pensamiento y de vocación. Se instaura el Registro Civil y es el Estado al que le interesa saber acerca de la población. Se aprueba la Ley del Matrimonio Civil y son un acta de nacimiento y matrimonial expedidas por una oficina de gobierno las que nos dan la carta de pertenencia social.

Juárez no combatió a la Iglesia Católica, solo movió las fichas para que todos ocupáramos nuestro lugar en una República que abrevaba ya el espíritu de la democracia y que, por lo tanto, tenía que ser laica. Laicidad del Estado que apenas ha quedado consagrada en el artículo 40 de la Constitución mexicana, pero cuyo espíritu fue señero en la construcción que Juárez legó al siglo XX.

A veces hace falta mirar hacia atrás para no olvidar las intenciones de las decisiones que en antaño se tomaron, y que tengamos muy presentes las intenciones actuales y los márgenes de confluencia en esta pluralidad instituida.

Podemos así ver delante de los ojos de la imaginación el transitar de un Benito niño y huérfano, que supo siempre labrarse sus condiciones de vida con la dignidad de su sinceridad porque sabía ir al encuentro de las oportunidades como hombre seguro de sí mismo. Un hombre de determinación, que no se tentó la mano para decidir una y otra vez el devenir de nuestra República.

El temple del hombre, sus convicciones, su ilustración abrevada de los acontecimientos y la literatura vanguardistas en el mundo de aquel entonces, como la Revolución francesa y la independencia de Estados Unidos; o Voltaire o Diderot, solo por citar a algunos.

Juárez, el constructor de Estado con un don poco común: entender su tiempo, tomando posición y decisión con firmeza. Juárez, el popular, él de las decisiones amplias y abarcadoras, estructurales, tanto para que la ley en ese entonces trasmutara efectivamente la vida de las personas hacia las libertades y los derechos. Un pacto inédito del que ya ni nos acordamos.

Hasta entonces con una ciudadanía en ciernes a la que la república liberal abría las puertas de la pertenencia como sucediera con las leyes de reforma que para todo efecto práctico fueron fundacionales de la sociedad mexicana moderna.

Juárez, el vigente, el que necesitamos ahora, con su visión, su firmeza, su amplitud, su capacidad de rodearse de grandes que dignificaban a la clase política que afrontaba con él los desafíos. El Juárez de la coherencia y la férrea voluntad.

El debate que amerita el devenir mediato y también inmediato de México tiene que volver a su cauce, y tenemos que volverlo nosotros, depurarse de la estridencia que obnubila y de la falacia que confunde.

La Cámara de las diputadas y los diputados, la casa de la representación de México, el recinto de la soberanía popular, tiene enfrente tales desafíos para que las reformas estructurales arraiguen y rehagan comunidad.

Que tal vez se amerite que todas las fuerzas tengan un impasse, un momento de silencio, del que resurjamos con bríos, pero con serenidad, capacidad de escucha y claridad en la altura de miras. Esa altura de miras en la que Juárez nos puso el ejemplo todos los días, y que por cierto es orgullosamente oaxaqueño.