Consideraciones: Tratado de Asociación Transpacífico para el desarrollo nacional

Aarón Irizar López

El pasado lunes 7 de noviembre, el Senado de la República inició la fase de audiencias públicas para el análisis y discusión del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), que contará con la participación de senadores de las diferentes fuerzas políticas, funcionarios públicos, actores económicos, especialistas y organizaciones de la sociedad civil.

Durante el desarrollo de los trabajos, se prevé abordar el abanico de temas constitutivos del tratado, como el acceso al mercado de bienes y reglas de origen; inversión y comercio, servicios financieros y negocios; propiedad intelectual, telecomunicaciones y comercio electrónico; políticas de competencia y regulatorias; pequeñas y medianas empresas; políticas laboral y medio ambiente; transparencia y anticorrupción; y solución de controversias.

Es innegable la importancia del libre comercio a nivel global, el cual ha probado ser una herramienta medular que fomenta el crecimiento económico y el progreso de las naciones. De allí la trascendencia de este Tratado para el orbe y, por supuesto, para México.

Sus bondades e impacto potencial son evidentes. Es un acuerdo estratégico y de largo alcance. Se trata del proyecto comercial más ambicioso por la serie de disciplinas que contempla, los altos estándares que establece y por su membresía; 12 países de cuatro regiones geográficas que, en conjunto, representan el 37 por ciento del PIB global, 26 por ciento del comercio, 11 por ciento de la población y 34 por ciento de la inversión extranjera directa del mundo.

El acuerdo fortalece la presencia de México en nuestros mercados tradicionales, expande las oportunidades a nuevos mercados y en crecimiento, y lo posiciona como un destino estratégico para las inversiones globales.

Es el vehículo para consolidar nuestra presencia en América Latina, al reforzar la integración productiva con sus socios del Tratado de Libre Comercio con América del Norte. Asimismo, constituye una estrategia de comercio e inversión articulada hacia la región Asia-Pacífico, una de las más dinámicas actualmente. Se estima que entre 2016 y 2020, el PIB real crecerá 19.4 por ciento, en promedio, más que América Latina (11.7 por ciento), Norteamérica (9.8 por ciento) y la Unión Europea (9.7 por ciento).

El TPP es una plataforma para fortalecer el posicionamiento de México en la cadena de valor y permitirá una mayor diversificación de nuestro comercio, a través de la expansión de oportunidades en seis nuevos mercados: Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelandia, Singapur y Vietnam, un mercado potencial de 157 millones de consumidores potenciales.

Para dimensionar el potencial comercial y de inversión que ello significa, basta señalar que en 2015, el comercio con los 11 socios del TPP, ascendió a 558 mil millones de dólares: 328 mil millones de exportaciones y 230 mil millones de importaciones, cifra que significa 58 por ciento de nuestras compras totales. Asimismo, de 1999 al segundo trimestre de 2016, la inversión de dichos países en México alcanzó 249 mil millones (55 por ciento del total).

Con todo, no hay que perder de vista que el TPP es solo una herramienta para complementar el desarrollo nacional, la cual debe acompañarse de otras políticas públicas orientadas a atender desafíos que aún padece la sociedad mexicana, como la desigualdad.

Contamos con importantes ventajas comparativas que nos ha distinguido dentro del grupo de los países emergentes. Con esta reflexión en el Senado, se pretende surjan propuestas de políticas que permitan aprovechar, de la mejor manera posible, las oportunidades que el Tratado brinda, a efecto de que México sea un actor cada vez más relevante en el concierto global, que se traduzca en progreso y en el mejoramiento del bienestar de la población.