En el corazón del centro histórico de Mazatlán se levanta, altiva y señorial, la obra más sobresaliente de nuestra arquitectura decimonónica, la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción. Construida entre los años de 1855 y 1894, fue consagrada basílica el 12 de diciembre de 1941.
Su consagración se realizó el 12 de diciembre de 1941
Fue concebida en tres estilos, de moda a finales del siglo XIX, neogotico, barroco y neoclásico. Consagrada el 12 de diciembre de 1941. El papa Juan XXIII, “el Papa bueno” la convirtió en sede del obispado de Mazatlán desde 1958.
La catedral en su conjunto es una construcción que reúne características que la hacen ser majestuosa, su diseño arquitectónico y sus detalles ornamentales, son únicos y de una calidad indiscutible, solo basta mirar las catorce esculturas de origen europeo (probablemente Italianas) colocadas en las paredes laterales y que representan el Vía Crucis de Nuestro Señor o disfrutar de las exquisitas imágenes de san Juan Bosco, san Judas Tadeo, Nuestra Señora de Fátima, santa Eduwiges, Nuestra Señora de los Rayos, Nuestra Señora del Sagrado Corazón del Niño Jesús, santa Marta, Jesús el Nazareno, santo Domingo, Cristo Rey, la Dolorosa Virgen María y el domo encristalado con el Santo Entierro de Jesús.
Concebida en tres estilos: gótico, el barroco y el neoclásico
Es de elogiar su enorme candil central y los candiles colocados a lo largo de los pasillos laterales, adornados profusamente de finísimos cristales cortados franceses, instalados en el año de 1950. Sin embargo la joya de la catedral es su grandioso órgano construido en París por el fabricante Aristide Cavaillie-Coll (1811-1899) y aunque en los archivos de la catedral no se señala en que fecha se adquirió este maravilloso instrumento musical, información periodística de la época indica que el día 17 de mayo de 1899 el órgano fue tocado por primera vez, deleitando a la sociedad católica del puerto.
La primera misa pública, se celebró el 7 de mayo de 1880, pero hasta el día siete de mayo de 1899 no se realizó la bendición del templo y la consagración de los diversos altares interiores, ceremonia a la que asistieron como padrinos algunas de las familias más notables de la ciudad.