La conmoción y la indignación por la muerte de Peanut, la ardilla que se convirtió en un ícono de las redes sociales, sigue resonando entre millas de seguidores y defensores de los derechos de los animales.
Adoptada hace siete años por Mark Longo, quien la rescató tras el atropello de su madre, Peanut se adaptó rápidamente a la vida doméstica y conquistó las redes con sus trucos y disfraces en videos que acumulaban millones de vistas en Instagram y TikTok.
El pasado 30 de octubre, la vida de Peanut dio un giro devastador cuando fue confiscada junto a un mapache llamado Fred, tras una redada del Departamento de Conservación Ambiental (DEC) de Nueva York. Las autoridades respondieron a quejas de vecinos que señalaron la presencia de “animales salvajes” en el hogar de Longo y, en especial, el riesgo de transmisión de rabia. Aunque Longo había comenzado los trámites para certificar a Peanut como un “animal educativo”, este avance no fue suficiente para evitar que los funcionarios se llevaran a los animales.
Durante el operativo, Peanut mordió a un funcionario, lo que motivó a las autoridades a proceder con el sacrificio inmediato de ambos animales para realizar pruebas de rabia. Esta decisión fue recibida con descontento y desolación, tanto por Longo como por la gran comunidad de seguidores de Peanut, quienes en redes sociales expresan su apoyo al cuidador y su repudio hacia las acciones del DEC. En sus redes, Longo compartió un emotivo mensaje agradeciendo a Peanut por los siete años compartidos, y expresó su tristeza y frustración ante lo que describió como un abuso de poder.
La repercusión pública y la indignación generalizada llevaron al legislador estatal Jake Blumencranz a proponer la “Ley Peanut para la Protección Animal”. Esta legislación establece un período de espera de 72 horas antes de sacrificar animales confiscados, dando a los propietarios la oportunidad de demostrar que sus mascotas están sanas y bien cuidadas.
Inspirado en su vínculo con Peanut, Longo fundó el santuario P’Nuts Freedom Farm, donde actualmente reside cerca de 300 animales rescatados, entre ellos caballos, cabras y alpacas. La partida de Peanut no solo marca el fin de una era para su familia y seguidores, sino que también abre un debate sobre la posesión responsable de animales salvajes y el papel crucial de los santuarios en la protección y cuidado de la fauna rescatada.
Peanut deja un legado en el santuario que inspiró y en los corazones de quienes la siguieron, recordándonos el poder de los vínculos entre humanos y animales y la importancia de establecer protecciones justas para ellos.