Discurso pronunciado por el Diputado Federal Heriberto Galindo Quiñones durante el evento que organizó la Fundación Colosio en memoria de Don Jesús Reyes Heroles

Estamos cumpliendo treinta años de no tener entre nosotros a Don Jesús Reyes Heroles, quien partió el 19 de Marzo de 1985, casi a la edad de 64 años. El 3 de abril cumpliría 94 años de edad.

Él es, sin duda alguna, el más grande ideólogo de la revolución mexicana, en su etapa institucional, impulsor de la ampliación de las avenidas para mejorar la convivencia política nacional y para apuntalar la vida democrática en el país, durante la segunda mitad del siglo pasado.

Con una vida estudiantil intensa en la Facultad de Derecho de la UNAM, fue maestro universitario, historiador, filósofo, escritor, legislador, dirigente partidista y servidor público. Todo en él fue excepcional: Estadista de gran magnitud, probidad y rectitud, de notable congruencia, honestidad y exigencia, que es ejemplo a seguir, por su capacidad, ética, reciedumbre, rectitud, principios, patriotismo y valores, todo de excelencia envidiable.

Cuando hablamos del gran reformador e innovador Reyes Heroles nos referimos al más grande y conceptuoso reformador político del México posterior a la lucha armada de la revolución mexicana, a un verdadero orgullo de los priistas y de los políticos mexicanos de ambos géneros. La reforma política nacional concebida e iniciada por él con la determinación política del Presiente José López Portillo, es referente y punto de partida que hoy continúa.

Reyes Heroles, inspirado en las leyes de reforma y en el pensamiento de sus principales ideólogos e impulsores, como lo fueron Mariano Otero, Valentín Gómez Farías, Ignacio Ramírez, Melchor Ocampo y otros grandes de aquel momento histórico, se insertó en el pensamiento liberal, e inmerso en él se convirtió en uno de ellos, en uno de aquellos gigantes de la vida pública y de la gran historia mexicanas, en momentos tan aciagos y complicados, como los que vivió la República acosada, perseguida pero defendida y preservada.

Así se gestó y nació su obra máxima historiográfica titulada El Liberalismo Mexicano.

Sin pretenderlo, por su dedicación y empeño, y en general por su obra, se fue erigiendo en un clásico de nuestro tiempo, por sus posiciones ideológicas avanzadas y por sus aportaciones, de gran calado y utilidad indiscutible, -para la evolución de la democracia mexicana y de la convivencia política-, que han sido de la mayor importancia y trascendencia durante los últimos diez lustros, porque probaron su eficacia y utilidad pública desde un principio y trazaron el camino a seguir. Podemos afirmar, sin ambages, que esas contribuciones no han sido superadas.

Sus más grandes afanes fueron para estudiar, para mejorar la política, para depurar y modernizar al Estado, volviéndolo más sensible, abierto y humanista, más incluyente, razonado y respetable. Al PRI, al país y a las y los mexicanos nos dejó como herencia un legado ideológico con direcciones y hojas de ruta para seguir adelante en evolución revolucionaria, -como diría él-.

El Liberalismo Mexicano, obra editada en tres tomos, publicada entre 1957 y 1961, constituye una piedra angular de la ciencia política de México y de Iberoamérica. Ahí encontramos la galindo1biografía intelectual y la historia del nacimiento de la nación mexicana, el mapa de la formación del poder del estado y la crónica del combate entre dos proyectos fundacionales.

Reyes Heroles explora en esta investigación el grado cero de nuestra vida como nación independiente, hace el recuento de las ideas políticas, las estrategias constitucionales, los modelos legales y los diseños de arquitectura institucional que se confrontan en la etapa de alumbramiento.

En ese texto, se plasma la voluntad de un hombre de poder, que asume por necesidad de la política y de la acción, el uso de la erudición y del pensamiento teórico, para explicar los orígenes de lo que somos, y para incidir en la lucha de poder de su época y su día.

El Liberalismo Mexicano es una obra fascinante, uno de los más altos ejemplos de reflexión política producidos en la historia de nuestro país.

Sus textos antológicos y las obras completas muestran, su apertura a la universalidad del pensamiento filosófico y político reciente, más allá de las lecturas de los clásicos del derecho y de la teoría general del Estado de los que se nutrió durante sus años en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde conoció y aprendió; se unió al pensamiento de personajes que le atraían y apasionaban, como Voltaire, D´Álambert, Montesquieu, Rousseau, Madame de Stäel, Constant, Sismondi, Marañón, Mirabeau y Ortega y Gasset, entre otros.

Trajo a México la frescura y la lucidez del pensamiento político mundial contemporáneo, con Gramsci, Bobbio y Habermas. En sus años mozos, convivió con su recordado maestro Frondizi en Buenos Aires, Argentina.

Dejó obras inconclusas como: “En busca de la razón de Estado” y “Hacia un Estado social de derecho”, al igual que la investigación del pensamiento conservador mexicano que dio a luz a los tratados de Miramar, promovidos por Gutiérrez de Estrada y su grupo, mismos que gestaron el fallido arribo de Maximiliano de Habsburgo a nuestro país.

Reyes Heroles quería saber todo sobre aquella intentona ofensiva y apátrida; también quiso indagar y sopesar el talento de los conservadores más lúcidos -aunque equivocados- de aquella época, las argumentaciones que esgrimían, los apoyos que recibían, y las circunstancias existentes que los envolvían; quería hacerlo para enfrentar y comparar sus tesis con el pensamiento liberal, conforme a lo sustentado en su obra de investigación histórica que ilustra el triunfo de la razón del Estado y de la República, frente a la ingenuidad interesada, invasora, manipulada y perversa que, gracias al valor, al talento, al patriotismo y a la tenacidad y reciedumbre del gran Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez, México salió adelante, después de vicisitudes y angustias del mayor peligro. Estas tres investigaciones las emprendió luego de haber sido Secretario de Gobernación donde consumó, con la venia presidencial y con el apoyo de intelectuales y políticos de distintas orientaciones la reforma política.

Los años del joven abogado Reyes Heroles en la secretaría particular del Gral. Heriberto Jara, y en la asesoría del Presidente Adolfo Ruiz Cortines, le permitieron abrevar y aprender de dos de nuestros políticos de mayor sabiduría; antes había asesorado a la dirigencia nacionalista de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, CANACINTRA, liderada entonces por José Domingo Lavín. En esa categoría, en 1949 participó en la Conferencia de Comercio y Empleo, celebrada en La Habana, Cuba, como antecedente del GATT, el Acuerdo general de Aranceles y Tarifas, habiendo formado parte de la delegación mexicana integrada por los entonces Secretario de Hacienda, Don Ramón Beteta, Don Fidel Velázquez, líder de la CTM, el propio Lavín, el subsecretario de Economía, Germán Parra y Ernesto Álvarez Nolasco, único periodista mexicano asistente al encuentro, enviado por la revista Tiempo, propiedad de Don Martín Luis Guzmán, quien también la dirigía.

En la XLV Legislatura de la Cámara de Diputados, durante la primera mitad del período gubernamental encabezado por el Presidente Adolfo López Mateos, destacó de manera sobresaliente en la autoría de iniciativas de reformas y en los debates suscitados en la máxima Tribuna del país, -aunque él, solía comentar en privado, en tono de broma-verdad, que la etapa en la que más iniciativas de ley preparó, fue cuando laboró con Don Adolfo Ruiz Cortínez en Palacio Nacional.-

En Petróleos Mexicanos, se desempeñó, como era su costumbre, con gran rigor patrio y eficiencia, bajo el mandato el Presidente Gustavo Díaz Ordaz.

En el Combinado Industrial de Ciudad Sahagún y la Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril; como Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional y al frente del Instituto Mexicano del Seguro Social, hizo sentir su mano firme, rectora y de liderazgo intelectual, en tiempos del Presidente Luis Echeverría.

En todas esas posiciones tan relevantes se percibió, al Reyes Heroles ejecutivo, político, escritor, ensayista, crítico, legislador, administrador público, humanista, economista emprendedor y financiero, empresario con visión de la empresa pública productiva y eficaz, con energía y valor de líder intelectual y político.

Anécdotas y comentarios indican que, aunque él jamás lo reveló, con talento y brillantez, preparó, por encargo superior, contenidos para mensajes y discursos notables, pronunciados por varios Presidentes de la República.

Siempre se opuso a la reforma al artículo 82 de nuestra Constitución política, para no convertirse en potencial beneficiario de la misma, ya que su padre había nacido en España. Solía afirmar que, una reforma o el sustento de una ley nunca deben beneficiar a una persona y que, en cambio, éstas siempre deben favorecer a la sociedad en su conjunto y no a un individuo.

Se supo que el Presidente Díaz Ordaz tuvo la intención, en un momento dado, de promover una reforma al artículo 82 constitucional, para abrirle un espacio al político Reyes Heroles en la carrera por su propia sucesión presidencial, con el objeto de que el ilustre veracruzano fuera una opción válida para el PRI, como candidato presidencial, pero Don Jesús se opuso tajantemente a ello.

Además de El Liberalismo Mexicano son notables sus ensayos sobre “Mirabeau y la política”, y el que leyó en Salamanca, España, cuando recibió el Doctorado Honoris Causa que le fue otorgado por tan insigne Universidad.

En los aniversarios de la Revista Siempre! era colaborador anual, invitado por Don José Pagés Llergo y por Don Francisco Martínez de la Vega y, en esas páginas legendarias, dejó también plasmados sus pensamientos y sus luces intelectuales.

Nadie como el ideólogo y ensayista Jesús Reyes Heroles planteó y sustentó, con tanta lucidez y buen tino, las bondades y la vigencia del nacionalismo revolucionario mexicano, concepto después utilizado ampliamente por el Presidente Miguel de la Madrid, quien fue su discípulo.

Su paso por la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI fue muy destacado y por ello memorable: El Plan Básico de Gobierno, los textos de sus discursos y los fascículos de teoría política, historia y filosofía coleccionables, lo recuerdan y son consultados con interés, por la sabiduría y la visión que en ellos se encuentran.

Por lo lúcido de su pensamiento y por su obra Don Jesús Reyes Heroles es un referente obligado para investigadores, estudiosos y políticos de todas las corrientes de pensamiento y acción.

Convirtió al PRI en un partido de vanguardia, que iba adelante del poder ejecutivo, “haciendo camino al andar”, como diría el gran poeta Machado. Desde allí, como dirigente nacional, combatió cacicazgos y malas costumbres, reconoció las derrotas propinadas por la oposición a conocidos líderes de la otrora nomenclatura corporativista, al tiempo que acercó al partido a intelectuales y a pensadores de gran dimensión, lo mismo que a operadores probados en eficacia política y electoral.

Cuando laboraba en Ciudad Sahagún, Hidalgo, durante los primeros meses del régimen echeverrista, la voluntad política del entonces jefe del priismo nacional, Don Luis Echeverría, lo invitó a hacerse cargo de la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, ante el deterioro ideológico que se mostraba en aquel entonces.

Fueron intelectuales de gran fama, ya fallecidos todos, como Fernando Benítez, Carlos Fuentes y Gastón García Cantú, y Rodolfo Echeverría Ruiz, el connotado líder juvenil y extraordinariamente bien formado político, sobrino de Don Luis, quienes convencieron al Presidente, de lo que fue, a todas luces un gran acierto, al relevar al exGobernador de Hidalgo, Manuel Sánchez Vite en la dirigencia nacional del PRI.

Ya en el PRI con el respaldo de colaboradores de fuste y mentes brillantes, como Ernesto Alvarez Nolasco, José Luis Lamadrid, Horacio Labastida, Enrique Gonzalez Pedrero, Miguel Ángel Barberena, Rodolfo Echeverría Ruiz, Rafael Rodríguez Barrera, Antonio Martínez Báez, María Lavalle Urbina, Rafael Carrillo Azpeitia, Fausto Núñez, Sergio L. Benhumea, Gabino Fraga, Luis Martínez, David Ibarra, Leopoldo Solís y Arturo Gonzalez Cosío, -entre otros-, aprovechó para pensar y gestar la gran reforma política y el Plan Básico que, años más tarde, pondría en práctica.

Tenemos la fortuna y la certidumbre políticas de que hoy el espíritu reformador reyesheroleano sigue presente y continúa en bien de nuestro país, y que lo encabeza el Presidente Enrique Peña Nieto, con su gran proyecto de nación, para ampliar libertades, vencer resistencias, armonizar para crecer y para enriquecer la vida democrática nacional, como lo hizo Reyes Heroles en su tiempo, al reconocer a las minorías políticas y otorgarles la legalidad que no existía; con la representación proporcional en los Congresos federal y estatales, y en los Cabildos; con la ley de amnistía que otorgó la libertad a los presos políticos que ocupaban algunos reclusorios del país, más otros que se encontraban exiliados; con los tiempos en radio y televisión; con la primera insaculación que permitió designar a funcionarios electorales; y con los atisbos jurídicos y políticos para gestar la creación del Tribunal electoral, más el concepto del derecho a la información, entre otros temas, y de manera destacada por haber cancelado las persecuciones y la clandestinidad ominosas, de la llamada guerra sucia que tantas heridas dejó.

Por ello, por su impulso al pluralismo ideológico y político, por su respetable energía, la figura, el pensamiento y la obra de Reyes Heroles son respetados y reconocidos en el seno de las diferentes corrientes y organizaciones políticas, económicas y sociales de México.

En la Secretaría de Educación Pública, al lado del Presidente Miguel de la Madrid Hurtado, concibió muy clara su misión y pudo idear la llamada revolución educativa, que proponía la descentralización de la educación, para fortalecer y responsabilizar a las entidades federativas, al tiempo que regularía y pondría orden ante la influencia tan negativa de poderes legales y fácticos, cuyos excesos tanto daño le han causado a la educación pública y al país.

Allí mismo, en la SEP, impulsó, -como nadie-, después de Don José Vasconcelos, la lectura, las publicaciones y ediciones, las bibliotecas y los programas para la juventud por medio del CREA.

En esta etapa aún se recuerda su brillante intervención, compareciendo en la Cámara de Diputados cuando defendió el proyecto educativo y fustigó fuertemente a la derecha allí representada y esclareció conceptos a todas las bancada, en especial a la izquierda cuestionadora.

¿Hacia dónde va el liberalismo propuesto por Reyes Heroles?

Las metas aun no alcanzadas en democracia y justicia social en México, requieren de la presencia de nuevos, brillantes y lúcidos ideólogos, pero también de honrados, leales, eficaces y hábiles operadores, que asuman como propio y le den continuidad al legado de Reyes Heroles.

Afortunadamente los hay y contamos con ellos, pero debemos destacarlos y privilegiarlos más, dándoles nuevas oportunidades de acceso a la toma de decisiones políticas fundamentales.

La buena política no es la que se improvisa, sino la que se sustenta en el estudio, el análisis, la reflexión, la historia, en la terca realidad y en la capacidad, para unir y combinar visión y experiencia con innovación e ímpetus, a partir del ya famoso en Reyes Heroles entreveramiento generacional, defendido siempre por el ilustre veracruzano, con base en la preparación y el talento, mezclando el conocimiento, el impulso y el entusiasmo de los jóvenes con la sabiduría de los mayores, para lo que habrá de exigirse congruencia, serenidad, madurez, aplomo, sensatez, eficacia y eficiencia, como lo demostró en nuestros días el resultado del Pacto por México, que impulsó desde el primer día de su mandato el Presidente Enrique Peña Nieto, y se concretó con la participación de los líderes de los principales fuerzas políticas del país, con un claro espíritu pluralista y de respeto, en bien de las y los mexicanos, y para sacar a México de la postración y del inmovilismo.

Si Reyes Heroles estuviera entre nosotros, estaría muy contento con los logros del Pacto por México, y por las reformas transformadoras logradas por los poderes ejecutivo y legislativo. Habría entendido las necesidades nacionales, las circunstancias y los contextos mundiales y del país, sin embargo, habría estado vigilante de todo, observante y atento. Pero estaría muy triste, mortificado y molesto, por las infamias y las perversidades generadas por el crimen organizado en contubernio con algunos malos servidores públicos mexicanos de algunas regiones del país, por lo que nos han afectado, ofendido y dañado, generando crisis de credibilidad, confianza y opinión pública.

Reyes Heroles, recordando a Mariano Otero, estaría enérgico y entusiasta, convocando hoy a la unidad en lo fundamental, a consolidar lo logrado, a actuar con madurez, a superar galindo2diferencias, a desterrar odios y venganzas, resentimientos y rencores, y a generar nuevas tolerancias; a otear hacia nuevos horizontes políticos, -que merecemos-, para seguir avanzando hacia nuevos estadios de desarrollo en todos los órdenes de la vida nacional, con la divisa del empleo, el crecimiento económico y el bienestar general, de la participación social y política crecientes, de la seguridad y de la vigencia del estado de derecho, en la continuidad de las reformas, y en la aplicación ordenada y pertinente de las mismas, para obtener los resultados esperados y seguir avanzando, para que México vuelva a la senda del desarrollo con justicia, y se coloque en un primerísimo lugar en el concierto mundial, como lo hace el Presidente Peña Nieto con el respaldo del Honorable Congreso de la Unión.

Este gran mexicano, -Reyes Heroles- se oponía al pragmatismo atroz sin ideas, y criticaba a lo que él llamaba “populismo dadivoso y contrarrevolucionario”, cuando a los programas sociales les faltaban sustentabilidad; y planteaba la exigencia de actuar siempre con base en ideas y proponía usar la planeación como herramienta indispensable, para alcanzar los óptimos resultados.

Una de sus principales pasiones, tareas y propósitos era lo que él llamaba “la siembra de nueva clase política”, para el impulso y la promoción de nuevos liderazgos.

Ese era, ese fue y ese es Jesús Reyes Heroles.

Pensando en él y en su concepción liberal, afirmo que nos hace falta recuperar y cincelar más el impulso histórico por la justicia social, en el discurso, en las políticas públicas, en la actitud y en los hechos, pero ello precisa y nos obliga hacerlo con compromiso, creatividad, innovación, evolución, adecuación y visión de largo aliento y alcance, ante la globalidad y la interdependencia en la que vive el mundo, pero sobre todo ante nuestra lacerante realidad y desigualdad que nos muestra a millones de compatriotas en pobreza, en pobreza extrema y con hambre. Por ello saludamos y aplaudimos la Cruzada nacional contra el hambre, puesta en marcha con gran éxito, como uno de los programas sociales con sustento, más importantes del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Luego entonces, para avanzar en sus caminos trazados, hace falta, urgar en los hechos históricos y en el mundo de hoy, y debatir, discutir con altura de miras, para enriquecer los conceptos y las nuevas propuestas. Hay que polemizar, si es preciso y necesario, con propios y extraños, para encontrar nuevos caminos y arribar a nuevos destinos y horizontes, de superación, de avanzada, de luces, de progreso para México, porque no queremos, no debemos ni podemos equivocarnos ni detenernos, y mucho menos podremos dejar pasar esta oportunidad histórica, para vencer retos y superar desafíos, con talento, rebeldía y arrojo, para mejorar el estado de cosas en la República.

Para vencer y desterrar el desprestigio que llevamos a cuestas quienes nos dedicamos al ejercicio de la política, incluídos quienes obramos de buena fe, con las mejores intenciones y con rectitud, pensando en Reyes Heroles, es que debemos cambiar nuestras conductas y actitudes, si hemos fallado reconociéndolo y corrigiéndonos, y habremos de asumir con voluntad, determinación y grandeza, -como él nos lo enseñó- con sus tres clásicas “C” que repetía: (con cabeza, con corazón y con carácter) las responsabilidades que nos competen, y más aun si estamos plenamente conscientes de lo delicado que es el reclamo que la sociedad y los medios de comunicación nos hacen con tanta fuerza, por lo que llaman opacidad, impunidad, corrupción y negligencia.

Tenemos que demostrar un cambio impostergable, algo nuevo; y debemos saber divulgar de mejor manera las bondades de lo que emprendemos y de lo que hacemos por el pueblo al que nos debemos y al que servimos, para volver a ganarnos su respeto, su credibilidad y su confianza.galindo3

Para conservar el poder mayoritario, debemos luchar con ahínco, para que la sociedad en general y el electorado en lo particular crea y confíe en nosotros, tenemos que hacer un gran esfuerzo de transparencia y de dedicación, de atención personalizada en todos los niveles, para recuperar el terreno perdido, para que nos sigan respaldando y podamos continuar coordinando los esfuerzos de la mayoría de la gente.

No debemos alegrarnos por desprestigios, fracasos y divisiones imperantes en los frentes adversarios, pues esas actitudes se podrían revertir contra nosotros mismos. Debemos cuidar, eso sí, nuestro territorio y nuestro Partido, y mantener limpia, erguida y en pie de lucha la grandeza y la respetabilidad del Estado mexicano, que debe esforzarse por ser mejor, para alcanzar las victorias, mediatas e inmediatas, que nos esperan en bien de la sociedad en general.

El liberalismo estudiado, planteado y propuesto, con gran lucidez, por el historiador y estadista Don Jesús Reyes Heroles nos habla del liberalismo social y político que se sustenta en la rectoría del Estado y en el fortalecimiento de la sociedad, en el marco de la economía mixta, que alienta el crecimiento económico con participación del capital privado y estatal, para alcanzar un desarrollo integral, con un claro beneficio para la colectividad, donde capital y trabajo se nutran y se complementen, con aportaciones científicas y tecnológicas de punta.

Reyes Heroles combatió con ideas, con tesis y con alternativas en los hechos al liberalismo económico a ultranza, hoy identificado como neoliberalismo, que se sustenta en las fuerzas del mercado como rectoras definitivas de las economías y de las sociedades; le remarcó la idea de lo social y defendió a la política, por ser la mejor arma y el instrumento fundamental, para hacer que las cosas sucedan y sucedan bien, y para que la transformación y el desarrollo integral de la sociedad se den de verdad. Continuar por esta senda es imprescindible.

Sociedad, gobierno y partidos, es decir el Estado en plenitud, deben conducirse en un plano de evolución y de reconciliación nacional para seguir avanzando, para confirmar y reforzar, y así evitar que las fuerzas del desorden y el incipiente pseudoanarquismo dirigido, que hemos observado recientemente, nos debiliten, desprestigien y quebranten, sino al contrario, tenemos que hacer todo lo posible para fortalecernos, en aras de una conducción nacional participativa y democrática, sin mesianismos ni caudillismos, diciendo NO a la drogadicción ideológica a la que también se refirió Reyes Heroles, como uno de los males derivados del exceso de doctrina que enferma a lo seres humanos; debemos hacerlo sin autoritarismo, sino basados en la tolerancia y en el respeto a la dignidad humana y a las distintas corrientes de pensamiento, con la fe y el credo puestos en que, cuidando lo logrado, para México lo mejor está por llegar.

Caminar en esta ruta que nos propuso el Reyes Heroles estadista, el hombre perfeccionista y exigente a más no poder, de recio carácter y admirable trayectoria, es el mejor homenaje que podemos rendir a uno de los más sólidos arquitectos de la reconciliación nacional de todos los tiempos.

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Así le daremos sentido y significado a sus profundas y conocidas expresiones de que, “en política la forma es fondo”; de que “lo que resiste apoya”; y de que “la apariencia es realidad” y “lo que parece, es”.

Sabremos entonces ser auténticos hombres y mujeres de ideas y de acción como lo fue Don Jesús Reyes Heroles.

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Heriberto M. Galindo Quiñones.