Pedro Guevara el abogado peleador

El primer campeón mundial mazatleco se confiesa en una amplia charla tras su primera defensa de su título Minimosca. ‘Jamas cambiaré’, asegura el joven universitario.

Lo supo una tarde cálida de verano. Cuando se asomó y vio el sudor de un joven en la cara cubierta con una careta. Con aquellas manos con guantes viejos que golpeaban los aparatos. El sonido de la pera loca. El golpe al costal que se movía de un lado al otro. Y de cómo dos jóvenes se daban con todo en un ring, cuya lona acolchonada cansa al moverse. Aquel niño, casi por entrar a la adolescencia vio este ambiente de esfuerzo, de un entrenamiento que es parte de la vida de un boxeador y que más de 200 golpes y la quema de calorías es un reto diario para vencer la báscula y tener el pasaporte para una pelea. Era el año 2000 y ese jovencito de ojos grandes y vivos se llamaba Pedro Guevara quien iba acompañando a su hermano Gabriel que practicaba el boxeo amateur en el Gimnasio de la UAS . “A mi me dijo mi hermano, ‘vamos a entrenar box, me esperas ahí'” Y el adolescente le hizo caso. Se quedó en una esquina para ver cada golpe. Cada esfuerzo. El escuchar los sonido que sólo se emanan de un gimnasio de boxeo.

“Yo creo que ahí fue en donde dije quiero ser boxeador, no se me gustó esa adrenalina, ese sudor, ese olor al gimnasio”, recuerda, “Pedrin” quien se confiesa en una charla radial horas después de haber realizado la 7primera defensa de su título Minimosca del CMB, ante Richard Claveras, de Filipinas. Pedro viste camisa de color negro, jeans de mezclilla. Se saborea una barra de chocolate. Tenía meses con ese antojo. No tiene ninguna huella del combate. Sólo duró 150 segundos de adrenalina que erizaron la piel de miles de mazatlecos en el nuevo Centro de Usos Múltiples. Su golpe fue el gancho al hígado y paralizó la pierna de Claveras. Su rival traía una foja de 12 peleas y 12 nocauts. “Si no lo hubiera noqueado así, la iba a pasar mal, sentí su pegada”, dice en la plática.

SU INICIO

Mucho antes de conectar esos dos ganchos al hígado que le dieron el campeonato mundial en Japón y salir airoso de su primera defensa, la vida de “Pedrin” era como la de un adolescente normal.Le gustaba jugar deportes, el fútbol, en su escuela era travieso y esa energía la canalizó en ese gimnasio de la UAS. Ahí, en ese cuadrilátero entrenaron boxeadores de la talla de Javier “Toro” Peña, Fernando “Cachetes” Ángulo y el ex olímpico en Barcelona 1992, Manuel “Samy” Verde. Y es que el jovencito se puso los guantes y siguió los pasos de Gabriel, su hermano,

“Yo entrenaba con todo en el gimnasio, cuando me ponía los guantes me emocionaba mucho en los entrenamientos, esa lona acolchonada la recuerdo mucho”, describe.

Pero un día le llegó su realidad. Y es que el periódico El Debate lanzó su convocatoria para el Torneo de Box de Los Barrios. El joven estaba ansioso de subir al ring tras sus intensos entrenamientos. Sin embargo no fue el mejor debut. ” No sabía que hacer, la pelea fue más que de botana, parecía todo menos boxeo, la gente se río mucho y yo me quería bajar”. Y sí, cuando esa pelea “chusca” termino, “Pedrin” se quitó los guantes y no quería saber de boxeo.

“Dije esto no es para mi, no volveré a pelear”. Decidió irse buen tiempo del boxeo. Pero ese “aroma” seductor del boxeo lo hizo regresar un año después. Ya como prospecto, el profesor Marcos Hernández lo vio y no lo dejó ir. Así, el mazatleco hizo ese gimnasio suyo. Su forma de vida y la explotó.

¿Aparte del ring acolchonado, que te marcó en el boxeo?

“Cuando era ya boxeador me encontré unas fotografías de mi abuelo en un álbum viejo y vi a Joe Conde, gran boxeador de aquí y de “La Maya” boxeadora que también era buena. También había unas cartas de mi abuelo. Yo creo que eso me marcó para que yo eligiera ser boxeador profesional”, comparte.

Uno se sorprende cuando este joven recuerda aquella trilogía que marcó época en los 30.

Y es que Joe Conde, “El Chango” Casanova y “Kid Azteca” se pasaban la faja entre ellos.

“Eso lo se porque lo leía y me platicaba mi abuelo”, dice.

6Llega su oportunidad… y desilusión

Como la ocasión aquella en que protagonizó la pelea chusca, cuando bajo desecho, Pedro lo hizo cuando perdió con el filipino Casemiro. Sobre todo porque ya había medido fuerza y poder durante 24 rounds con el duro fajador de Guasave, Mario “Dragoncito” Rodríguez

Tanto él, su esquina y la promotora ya veían al porteño como campeón del mundo. La pelea ante el filipino le dolió porque fue en su tierra en el Centro de Convenciones. “La pelea fue muy dura, Casemiro es un peleador con mucha experiencia y yo jamás me sentí cómodo, esto me sirvió mucho para poner los pies en la tierra”. Tras el fracaso ante el filipino, el joven que cursaba la Carrera de Derecho en la UAS, realizó dos peleas con éxito. Así, su promotora le dio boletos para viajar a Japón y desafiar al campeón Akira Yaegachi, el 30 de diciembre. Fue la noche más prolífica para él, su familia y el boxeo mazatleco, pues se convirtió en el primer campeón del mundo de la tierra de venados. Los sacrificios habían válido la pena, sangre, sudor, esfuerzo.., estudios.

“Salí con toda la intención de traerme el campeonato después de tanto esfuerzo, salí a noquear y se dio con el gancho al hígado, estaba con todo para ganar y así se me dio”. De hecho esta imagen la amplió al tamaño de un póster y la tiene en su casa.

La fama, las luces… la estrella “Pedrin”

Cualquier joven de 25 años con la fama en sus espaldas y un buen cheque tras 132 segundos de adrenalina estaría vuelto loco. Sin embargo, acudió al programa Por La Libre, de Alfredo Ramírez y fue puntual a las 6 de la tarde. Describe que jamás cambiará pues tiene sus bases sólidas, su familia y la educación. Guevara ya casi tiene otro título, el universitario, de la Facultad de Derecho.

“No he dejado de estudiar me gustó Derecho. Yo creo que la formación que te dan tus padres es la base de la educación”.

¿No se te ha subido la fama?

“Sigo siendo el mismo, no cambio , mis amigos, mi familia, todos han estado ahí siempre y ellos hacen que no cambie”.

Antes de concluir la charla su celular suena. Son sus amigos que le esperan con un cebiche.”Hay que aprovechar, ya en días me voy al gimnasio a entrenar para la segunda defensa, que creo será aquí en mi tierra”. Y sí, Pedrin ya suda escondido su rostro en una careta, con sus guantes esperando su tiempo en aquella lona acolchonada…Como la primera vez.

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