SE IMAGINA usted lo que es 1 MILLON DE CARTONES de cerveza, incluyendo charolas de botes.
Eso fue lo que en un Carnaval se vendieron en Mazatlán.
Ojo, no estoy diciendo que todo este “rio” etílico se comercializó solamente en Olas Altas, no.
Dije que en Mazatlán, en la ciudad, es decir, en la zona “carnavalera”, en la Plazuela Machado, malecón, zona dorada, pero también en el resto de la ciudad, colonias, ranchos, depósitos, aguajes, etc.
Es un dato que me compartió no hace mucho un funcionario estatal pegado a la Dirección de Inspección y Normatividad.
Números reales.
Se lo comparto nada más para que se dé una idea, no sólo de las ganancias que obtienen quienes se dedican al comercio de las bebidas embriagantes, por supuesto incluyendo a las grandes empresas cerveceras.
Pero también para que a usted le quede claro que la raza, por esos días anda hasta “las manitas”. Y muchos, “pisteando” y manejando, de día, de tarde, noche o madrugada. Si o no.
Con todo y sus fallas, críticas y demás, creo que es necesario se aplique el alcoholímetro.
No hay más.
La raza no agarra la onda, no hace consciencia ni hace caso de los mensajes ni de los discursos de las autoridades, pero también porque la autoridad no se faja bien los pantalones y castiga a los malos policías que utilizan este dispositivo policiaco no para prevenir accidentes, sino para llevarse un billete al bolsillo.
Eso no se vale. Y qué bueno que se siga denunciando.
Pero ante tanto borracho al volante, un peligro latente, es necesario seguir aplicándolo, aunque muchos hoy pidan flexibilidad y tolerancia.
No, no se puede ser flexible con un tipo alcoholizado (sea turista o local) que no sólo pone en riesgo su vida, sino la de los demás.
¿No cree usted?
Hasta mañana.
