Antes de que iniciaran las campañas políticas advertimos que iban a aparecer.
Son las que llegan sin invitación, pero quien las orquesta son cobardes que no dan la cara.
Y el objetivo que buscan, según ellos, es desacreditar al adversario.
Son las campañas negras, la guerra sucia, lo más ruin en las campañas y en los procesos electorales.
No se miden, a tal grado que no les importa meterse en el terreno privado, en lo personal, en lo familiar.
El candidato del PRI-PANAL, Fernando Pucheta, está siendo blanco precisamente de una despiadada campaña de difamación y calumnias a través de las redes sociales.
Ya se lo esperaba. Nosotros también.
Su equipo y él no lo dicen, se lo guardan, pero saben perfectamente de donde proviene esta campaña. No se vale.
Le están inventando declaraciones, cosas y comentarios que no ha dicho ni hecho para luego subirlas a las redes desde cuentas inventadas y darlas como ciertas.
Claro, son estrategias cobardes porque parten desde el anonimato, precisamente para crearle una mala imagen ante el electorado.
Eso no es válido. No es de hombres ni políticos jugar así.
La confianza del ciudadano se gana con trabajo, con humildad y con resultados, no con ataques ni con esta guerra de lodo.
Bueno fuera que las autoridades de la Policía Cibernética, que depende de la Policía Federal pudieran iniciar investigaciones en ese sentido, no nada más en Sinaloa, también en los otros 12 estados donde habrá elecciones (está pasando lo mismo) para poder ubicar y castigar a este tipo de delincuentes cibernéticos.
Nadie tiene derecho a cometer ese tipo de atropellos a la vida privada de las personas, aunque en este tipo de casos se trate de candidatos.
Alguien le tendrá que regular a esto de las redes sociales ¿No cree usted?.
Hasta mañana.