Sector Empresarial y Sector Público: ¿Qué negocios?

Por Manuel Cárdenas Fonseca.

Hasta finales de los ochentas, nuestra sociedad evolucionó bajo el esquema de copiar partes de otras sociedades (en conveniencia de grupo) que nos llevaban (y llevan) centurias en su desarrollo con distintos grados de complejidad y, en México, auspiciados por los intereses de extranjeros en explotar la renta nacional más no en el poder político, promovieron a quienes pensaron serían afines a sus satisfactores económicos desde los cargos gubernamentales sin competir unos con otros y respetando las variables incluyendo las reglas “no escritas” (las ilegales).

Sin embargo, esa clase “empresarial” asociada con el “cabildeo (coyotaje)” de nacionales siempre pensaron que en ellos estaba bien recibir ayudas al margen de la ley o por encima de la burocracia: Así se hacían desde los bancos de ideas y proyectos productivos de los mortales que querían financiarlos y, al no recibir el apoyo en tiempo y forma quebraban para ver después que su idea y empresa se posicionaba en manos de otros “empresarios”; aquellos que recibían información privilegiada de qué acciones manejaría NAFINSA (Nacional Financiera) para el mercado de valores y compraban antes de que con ellas nivelaran el mercado y vendían antes de que con esas mismas tumbaran el mercado, o igual recibían el pitazo de devaluaciones; qué decir de los que llevaban a sus familiares la información de futuras acciones de gobierno para que aquellos desde lo privado proyectaran inversiones que no podían fallar; huelga los yacimientos mineros, PEMEX, acero, vidrio y, así, igual las compras gubernamentales.

Pero a la par, la provincia había sido repartida con los mismos criterios y encontramos que Sonora y Sinaloa sin producir café hicieron las grandes empresas (tenían garbanzo), o bien, Jalisco sin girasol tenía la industria aceitera, o geográficamente repartido el territorio para gaseros, gasolineros, oxígeno hospitalario e inclusive para situar tiendas departamentales o de autoservicio, pero llego el fin del siglo pasado y, “pácatelas”, los hijos de unos y otros se empezaron a ver como iguales ambicionando aquellos lo que éstos tenían y viceversa y, así, surge un híbrido sin control ni regulación que no fuera sus propios intereses haciendo la ley a modo.

Apellidos como Hank González, X González, Alemán, Salinas, etcétera, unidos a otros desde la empresa misma, si bien hay excepciones que no abusaron y fueron producto de esfuerzos propios, lo cierto es que la resultante de hoy son los excesos, abusos e ilegalidades sin medida, ahora entonces, ya ni se puede ir a comer a un buen restaurante en términos de precio porque es, para una buena parte del imaginario colectivo, producto de la impunidad y corrupción.

Recuerdo que, para muchos, cuando un “empresario” no le pagaba al banco era súper inteligente y un fregón sin ver que ese pícaro que sí debía, al no pagar, lo que hacía era trasladarnos esos costes a los que si pagábamos reflejados en la tasa pasiva o activa, y en otros muchos sentidos se ha desarrollado una serie de estímulos perversos como sucede con el predial que afecta a todos situando excepciones como exenciones a quienes no se debe pues demandan los servicios de la autoridad local, o el agua, o descuentos irracionales bajo el mecanismo de “quitas” conforme a la ley (el que hace la ley hace la maña).

Pues bien, así los abusos en los tiempos de antes y del presente, hoy, cometidos por los “nuevos” banqueros, los mineros, los gaseros, telefonía, la industria eléctrica, la de hidrocarburos, el transporte público y de pasajeros, el agua, generando barreras no legales y poco convencionales para un mejor entorno en el que los agentes económicos se desenvuelvan con certeza y seguridad jurídicas, con reglas claras de competencia, con tintes de “empresario/político” o “político/empresario” que siguen haciendo la trampa y que, reitero las excepciones, al trasladarse sus abusos e incompetencias reflejadas en costos para el consumidor, éste se hartó y ahora culpa a otros hasta de lo que es propio de su responsabilidad.

La sacudida que advertimos hace 11 años que sucedería, ahora la vivimos. Así, pasaremos por la judicialización o por la ruptura abrupta y violenta, o bien una mezcla de judicialización con dosis de violencia de todo tipo pues empoderaron a delincuentes de la más burda rudeza y sin escrúpulos, involucraron a criminales ahora incrustados en cualquier tipo de actividad: empresarial, burocrática de todo tipo y de cualquier dependencia, prestadores de servicios etcétera y se encuentran incorporados muy directamente o terciados pero sabiéndolo grandes segmentos de la población que es temerosa de ellos y están en esa sinergia de que se necesitan unos a otros.

Recuerdo cuando un general en Sinaloa, uno de tantos que pasando por nuestra querida tierra sin hacer nada que no sea seguir permitiendo la renta paralela en acuerdo con “los de arriba” y del gobierno de “USA”, recriminó que las agencias de carros vendieran a los “narcotraficantes” o que los doctores fueran en su apostolado o en su “utilidad” a salvarles las vidas, encolerizándose porque le dije: ¿Y entonces porque no se expresa así de los que les venden comida, ropa, muebles, teléfonos, prestan servicios financieros, etcétera”? “Claro que al banco del ejército no hay que hacerle nada y que siga sin ninguna revisión de ningún tipo al igual que las actuaciones de los uniformados en sus “partes a modo”. Se acabó la plática y afortunadamente ya no nos hemos vuelto a encontrar, a él lo premiaron por no hacer nada que socavara la cadena de valor delictiva en Sinaloa con un ascenso en la SEDENA, y yo seguí mi vida pagando los costes, en mi querida tierra, de que pusilánimes con poder como ese “general” abrieran la puerta para que cualquiera delinquiera y nos arrebataran la tranquilidad del día a día, sea tapándonos la cochera, matándonos por el uso de claxon y ya no se diga otras trivialidades como el ponerle el “sello” a una muchacha. Pero los particulares bajo la actividad empresarial saben muy bien identificar su clientela, en fin.

Tan culpables los de cuello blanco o que bajo el dicho de ser particulares empresarios cometen todo tipo de abusos y luego regularizan su situación aunque hayan sido agiotistas, distribuidores de productos ilegales, contrabandistas de electrodomésticos, vino o llantas, productos adulterados en la siembra o en hidrocarburos, como los burócratas que los auspiciaron o les permitieron, también los consumidores que no supimos y creo aún no sabemos bien a bien cómo actuar.

Ahora entonces la famosa frase de “la justicia en los bueyes de mi compadre” y a mis amigos con gracia como se le festeja a otro prócer de la patria, son vigentes pero, ¡Ah! Ahora hay extranjeros que tienen muchas inversiones en el país que NO están de acuerdo con la realidad que enfrentan y exigen, de mejor manera, que ya no existan reglas no escritas en el Poder Ejecutivo y menos en el Judicial, ni privilegios a los híbridos de ningún tipo, de allí que la sacudida que vemos y vivimos en el hoy, en mucho es producto de poderes allende las fronteras que nos imponen que se haga algo en nuestro territorio para que exista un verdadero entorno para la competencia y productividad que generan salarios justos, competitivos, y se viva con orden y respeto y que, al pasado de lanza, le apliquen la ley.

¡Muchas gracias y sean felices!
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