“Diálogo de Sordos, Sin Comunicación, Con Enfrentamiento”

Volvimos a tiempos que creí no volverían bajo la premisa: “platicamos sólo si me das la razón”.

Cuando estudiante universitario (generación 77-81), se advertía que para ascender en cargos públicos o negocios tenías que someterte a la lisonja y ser agachado ante el gobernante en turno. Nada que fuera más deleznable. Así recuerdo los comentarios sobre los cocodrilos que volaban, o bien el ¿qué horas son? Uno de sus más grandes exponentes era Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega y nunca imaginé que yo llegaría a ser diputado federal (LVII Legislatura [1977-2000]) y encontrarme con ese señor que en aquel tiempo consideré de lo más lambiscón, pero así es la vida, y sigue dando de qué hablar.

Pues bien, en días recientes, el presidente López nos recetó una afirmación que revive mucho de aquellos tiempos al exigir “lealtad a ciegas”. Nada más abominable, de siempre, pero aún más en la ahora llamada era del conocimiento y la información en tiempo real.

El titular del poder Ejecutivo Federal, sólo de ese poder, envía el mensaje sin distingo de los otros poderes, los órganos con autonomía constitucional o de cualquier ciudadano bajo la sombra de la moderna, por así decirlo, Dirección Federal de Seguridad ahora representada, para efectos, por la Unidad de Inteligencia Financiera, pero con los usos y costumbres de los tiempos de la mordaza y el garrote.

Recuerdo que un funcionario de alto nivel jerárquico en la burocracia, durante el sexenio “de Salinas de Gortari”, me sugirió que sólo me sentaría a la mesa de negociación si aceptaba ex ante que él tenía la razón.

Se acabaron los acuerdos en los disensos. Se acabó, por lo pronto, el ver las coincidencias para trabajar en ellas ya que las mismas se agotan cuando una de las partes dice quienes sí y quienes no, cómo y cuándo sí y cómo y cuándo no. De allí que, desde el ejercicio del poder en el Ejecutivo Federal, sólo transitan quienes se postran ante eso o se prestan a los circos mediáticos como es el caso de la consulta para enjuiciar a expresidentes, para sólo señalar un caso y dejando de lado el famosísimo y desvergonzado fraude maquinado de la rifa no rifa de un avión.

Sentarse a la mesa como bueno cuando los otros son tranzas y vengativos tiene un resultado, por lo general, ya conocido, salvo que uno logre establecer una estrategia con inteligencia y audacia que permita acorralar al sinvergüenza y exhibirlo ante la justicia ya que lo mediático se le resbala.

Por lo anterior, muchos nos preocupamos por los hechos cotidianos como se nos presentan ya que lo que fue válido en la mañana ya no lo es al mediodía del mismo día.

Pareciera que las personas de honor se han encerrado con su sentido de la justicia y generosidad, con la congruencia de sus pensamientos con sus obras y, sin modestia alguna, afirmo que ando en busca de quienes coincidan en que se puede vivir de acuerdo con nuestros principios sin ser perseguido o excluido, sin avaricia, sin violencia. Tomando lo​que se puede con una vida honorable y bien llevada bajo el imperio de la ley con orden y respeto.

Sin embargo, con la autonomía de las fiscalías (federal y estatales) se dejó en manos de delincuentes o de empleados de delincuentes la procuración de justicia y, cuando la impunidad impera, las políticas públicas y los programas de gobierno sólo hacen que esas instituciones (las fiscalías) simulen y solapen las conductas ilegales.

De siempre he sostenido que un buen gobierno es aquél en el que las instituciones de procuración de justicia tienen las menores cargas de trabajo y, por tanto, también el poder Judicial.

Para empezar a solucionar el caos de la ausente procuración de justicia y la impartición de esta última, es necesario regresar al diálogo político, civilizado, constructivo, haciendo a un lado a los sordos y se establezca comunicación entre los diversos actores bajo el principio de la honorabilidad y la ley.

Ya basta de la verborrea de que las entidades federativas quieren cumplir con su obligación constitucional de tener policías civiles que garanticen la seguridad pública y fiscalías que procuren la justicia, cuando que la realidad es que ninguna refleja un presupuesto multianual, con la progresividad que permita hacerlo y, por tanto, siguen en la mentira y la burla de los gobernados. En lo anterior son irresponsables los legisladores locales que ni idea tienen del concepto ingreso-gasto y sólo buscan congraciarse para repartir despensas o etiquetarse dineros para algo absurdo como lo advierten en la “gestoría social”. La fiscalización del gasto, todos los días, aún cuando es de muy mala calidad, deja en evidencia atrocidad y media y nadie es castigado.

¿Qué decir de las cárceles estatales o federales cuando que han sido la burla y un gran negocio de militares en retiro? Vaya, se acaba de publicar que sólo alrededor del 15% de los penales tienen sistemas para impedir la comunicación del crimen con el exterior, lo que me hace recordar que cuando el corrupto gobierno de López en Sinaloa, evidencié esa situación y, después de batallar 9 meses para hacer comparecer al Secretario de Seguridad Pública, éste confesó que hacía 7 meses no servía tal sistema en el penal de Aguaruto pero, que en el presupuesto del siguiente año, comprarían uno. No me aceptó que yo donara el que se escogiera y fuera eficaz y, como sabemos, en el mismo penal, años después y a la fecha, siguen las fugas “autorizadas” y el negocio.

Espero que este llamado al diálogo, sin sordos, para establecer un programa que refleje metas y se apoye con gasto multianual un programa que posibilite la seguridad pública y la procuración de justicia, se vea reflejado en el trabajo del último año de Quirino Ordaz y el presupuesto para los años venideros. Lo de la Federación, desafortunadamente, con los que están en las dependencias cuestionadas, es imposible en este sexenio.

¡Muchas gracias y sean felices!
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