Tamaulipas, la elección del gobernador desaforado

Por: Redacción

Mazatlán, Sinaloa. (QPEM). La elección en Tamaulipas se convirtió en una prolongación de la guerra entre Palacio Nacional y el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, a quien hasta ahora el gobier¬no federal no pudo someter con el desafuero ni con la cárcel.
Enlodada en denuncias de vinculación con la delincuencia, huachicoles y lavado de dinero, la elección a gobernador de Tamaulipas arrastra rounds de sombra entre bandas locales y la pretendida irrupción de aquellas que vienen de Sinaloa.
Así se juega la disputa por el voto en una entidad donde tres de sus exgobernadores destacan por presuntos nexos con el narco.
Por supuesto que también cuentan los candidatos: Amé¬rico Villarreal Anaya, por Morena, y César Verástegui Ostos, El Truko, por el PAN y PRI.
Pero la principal característica de esta elec¬ción es que, a diferencia de lo que sucede en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, donde habrá votaciones mañana, el gobernador de Tamaulipas es el único que no se plegó a la regla presidencial no escrita, pero estricta del sexenio: renunciar a la militancia partidista a la hora de las urnas. Y, además de declararse de brazos caídos, colaborar con la lle¬gada de Morena al poder estatal y hacerse de la vista gorda ante la intromisión de funcionarios federales.
Desaforado por diputados de Morena en 2021 para que la FGR lo juzgara por lavado de dinero, según denuncia de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) cuando la presidía Santiago Nieto, García Cabeza de Vaca desafío al gobierno de López Obrador activando una estra¬tegia que dejó en manos del Congreso local la suerte de esa medida, cuya validación en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) debía votarse esta semana.
Como la resolución era favorable al mandatario estatal, los ministros pospusieron el desenlace.
Así que el gobernador de Tamaulipas vive horas de incerti¬dumbre por los votos pendientes en la Corte y por los que este domingo podrían darle el triunfo a Morena, abriendo con esto la posibilidad de que sea señalado otra vez por los delitos que le imputó en su momento Santiago Nieto por instrucciones del gobierno federal.
Hasta ahora, sin embargo, García Cabeza de Vaca tuvo la suerte y la sagacidad de hacerse del apoyo de las dirigencias del PAN y del PRI para comandar la campaña de El Truko, el hombre de sus confianzas y quien como secretario de gobier¬no se quedó al frente del timón en el vendaval del desafuero, cuando estuvo a punto de ser detenido por la FGR.
No era una alianza fácil. El PRI de Tamaulipas lo padeció en la derrota de hace seis años y desde el momento en que como senador del PAN se postuló a la gubernatura con la bendición del presidente Peña Nieto. Y es que García Cabeza de Vaca era de ese grupo de panistas que, a la mitad del sexenio pasa¬do, rompieron con Ricardo Anaya, dirigente entonces del PAN, para sumarse a la agenda de Los Pinos y de Luis Videgaray.
De modo que, en 2018, como sucedió en la mayoría de las entidades azules, el gobernador de Tamaulipas le dio la espal¬da al candidato opositor, perseguido por EPN.
Pese a esos antecedentes, Cabeza de Vaca y El Truko en¬contraron el cobijo de la alianza PAN-PRI, conectándose en la necesidad recíproca de sobrevivir a la ola more¬nista favorecida por la alta popularidad del presi¬dente López Obrador, acentuada en esa entidad durante las elecciones de 2021 por el escándalo de la UIF contra el gobernador, coyuntura que le pasó factura en las urnas.
Fue tal el éxito guinda en Tamaulipas, que las primeras mediciones de intención de voto coloca¬ban a Morena en diciembre pasado con 20 puntos arriba de cualquier contendiente de otra marca.
Pero como el gobernador y su exsecretario de Gobierno, ahora candidato a sucederlo, pusieron manos a la obra electoral, en el camino capitali¬zaron las denuncias que los mismos morenistas habían hecho en contra de alcaldes de ese sig¬no, supuestamente financiados por el empresario Sergio Carmona Angulo, asesinado en noviembre y a quien instancias estatales investigaban por contrabando de hidro¬carburos y extorsiones a transportistas.
Fue el alcalde de Reynosa, Carlos Peña Ortiz, hijo de la ex¬panista Maki Ortiz, quien, en la puja interna por la candidatura de Morena, tratando de apuntalar a su madre, embarró a sus compañeros guindas en el Carmonagate.
La difusión de presuntos escándalos y revelaciones del fuego amigo envolvieron incluso al hijo del cardiólogo y se¬nador con licencia Américo Villarreal, político y funcionario priista hasta 2018, hijo del exgobernador del mismo nombre, y quien hace medio año pensó que esta contienda estaba ga-nada con el afecto popular por su padre y por el Presidente de la República.
Mañana sabremos si el desafiante gobernador desaforado y su fiel escudero consiguieron una exitosa resistencia frente al poder presidencial o se quedaron en el intento.
De eso va la elección de Tamaulipas, donde sus habitantes saben que, cuando arde Nuevo Laredo, es porque los de Si¬naloa quieren entrar.
Fuente: Excélsior