¿ Es posible manipular los volcanes para evitar las peores consecuencias de las erupciones?

Una noche de 1986, un lago volcánico inestable de Camerún emitió una nube de gas CO2 que se deslizó cuesta abajo -manteniéndose cerca del suelo- y se coló en granjas y edificios. Lo que siguió fue una tragedia: más de 1.700 personas y 3.000 cabezas de ganado terminaron asfixiadas.

El número de muertos por el desastre del lago Nyos, causado por lo que se conoce como una erupción “límnica”, fue tan alto que científicos e ingenieros se pusieron a la tarea de evitar que algo así volviera a ocurrir. Tres años más tarde, comenzaron a extraer el gas mortal del fondo del lago usando una simple manguera de jardín (a la que siguieron tuberías más grandes).

El procedimiento no estuvo exento de riesgos (es posible que el proceso de extracción del gas hubiera provocado otra liberación importante), pero funcionó. Desde entonces, los niveles de CO2 se han mantenido controlados con éxito.

Ese es uno de varios ejemplos en los que la “geoingeniería” de un volcán podría salvar vidas y prevenir una catástrofe. Pero a lo largo de los años, se han probado y propuesto distintos enfoques.

Por ejemplo, en la península de Reykjanes,en Islandia, desde que un volcán comenzó a hacer erupción de manera espectacular en diciembre de 2023, las autoridades han intentado dirigir los flujos de lava utilizando montículos de roca. Y en los años 70 se intentó utilizar agua de mar para enfriar las erupciones del volcán Heimaey.

En otros lugares, como Hawaii, aviones han lanzado bombas con la esperanza de controlar sus volcanes (sin éxito). Y es posible que, en el futuro, funcionen métodos como el de perforar cámaras de magma para desgasificarlas o la manipulación de las emisiones atmosféricas de azufre.

Sin embargo,todas estas técnicas plantean riesgos además de beneficios, y nos presentan con el tipo de dilemas morales que harían que un filósofo se rascara la cabeza.

En un artículo reciente, el vulcanólogo Michael Cassidy de la Universidad de Birmingham y sus colegas abogaron por una exploración más profunda de la ética de la geoingeniería volcánica. La pregunta importante, dicen, no es tanto si podemos controlar los volcanes, sino más bien si deberíamos hacerlo.

Fuente: BBC News Mundo