Ciudades esponja para prevenir inundaciones

Aunque es una de las rotondas más transitadas del este de Copenhague, el aire en Sankt Kjelds Plads (Plaza de San Kjeld) no está cargado con el olor de los caños de escape. Y el rugido de los motores es reemplazado por el del canto de los herrerillos de cola larga, pájaros típicos del lugar.

La rotonda, cubierta de arbustos y árboles, es parte de un experimento a gran escala para transformar los espacios públicos en la capital danesa. Esta transformación fue provocada por los eventos del 2 de julio de 2011, cuando Copenhague fue golpeada por lo que se denominó “una lluvia única en mil años”.

El intenso aguacero provocó la inundación de calles y viviendas. Como el agua no podía fluir, permaneció allí durante varios días. Infecciones como la leptospirosis afectaron a trabajadores de limpieza de calles,  e incluso uno de ellos murió.

Durante los siguientes siete años, este tipo de chaparrones comenzó a ser cada vez más común, con cuatro eventos de lluvias de las que se dan “una vez cada cien años”, en ese período. Los costos para la ciudad fueron de al menos 800 millones de euros en daños.

Rotonda de la Plaza Sankt Kjelds, en Copenhague, con árboles y arbustos.
La rotonda de la Plaza Sankt Kjelds, en Copenhague.Imagen: City of Copenhagen

Adaptar la ciudad a un diseño urbano tipo esponja

A través de los últimos siglos, en lugares como Copenhague, el foco del desarrollo urbano se había puesto en la creación de “ciudades máquina”, que pudieran construirse velozmente y fueran eficientes para la vivienda, la industria y la economía. Pero muchas de esas ciudades, especialmente aquellas que enderezaron ríos o edificaron sobre llanuras aluviales, terminaron interfiriendo con el ciclo del agua.

Dado que el hormigón y el asfalto ahora cubren áreas que una vez estuvieron cubiertas de césped y tierra, el agua de las lluvias no tiene adónde ir. Eso provoca a menudo grandes inundaciones y, por ello, ciudades de todo el mundo están explorando nuevas maneras de revertir este tipo de desarrollo urbano, tratando de pasar a ser “ciudades esponja”.

En otras palabras, están creando espacios e infraestructura que absorben, retienen y liberan agu, de manera que esta pueda fluir de regreso al ciclo hídrico.

China está liderando ese camino. Más de 60 de sus ciudades se están remodelando e incorporando entradas climáticas, arrecifes verdes y jardines de lluvia para retener el agua. Jan Rasmussen, jefe del “Plan de gestión del chaparrón” de Copenhague, vio en eso un potencial para Dinamarca.

“Nuestros políticos decidieron que realmente es necesario sacar el agua de la ciudad muy rápidamente”, afirmó Rasmussen.

Un espacio público en Copenhague para retener y luego permitir fluir al agua de lluvia.
Representación virtual de un espacio público en Copenhague, que luego será una cuenca de agua de precipitaciones.Imagen: Tredje Natur

Espacios públicos absorben el agua de lluvia

Tras estudiar proyectos de ciudades esponja de todo el mundo, el equipo de Rasmussen rediseñó unos 250 espacios públicos que podrían ayudar a retener o redireccionar las aguas de inundaciones, en parques, patios de juegos, y en la rotonda de la Plaza de Sankt Kjeld. La idea es usar la capacidad de los árboles, los arbustos y la del suelo, para retener el agua de forma natural, y dejarla fluir hacia lugares donde no sea destructiva.

Se diseñaron una docena de estanques que bordean la rotonda para retener el exceso de agua de lluvia. Al igual que otros estanques similares alrededor de la ciudad y amplias aberturas a los lados de las calles bajas. Los estanques canalizan el agua de las inundaciones hacia una red de túneles, que se construyen a 20 metros bajo la superficie.

Durante un aguacero “normal”, el agua de lluvia se dirige a través de este sistema de drenaje al puerto. Pero cuando hay un exceso, se activa una estación de bombeo en el puerto, lo que obliga al agua que se acumula en los túneles a salir al mar, creando así espacio para más agua de lluvia. Actualmente, la estación de bombeo está en construcción y estará lista para 2026.

“Seguirá habiendo agua en las calles, es decir, no estarán completamente secas. Pero se pasará de un metro de agua [de las inundaciones] a un máximo de 20 centímetros”, dijo Jes Clauson-Kaas, un ingeniero en HOFOR, la empresa de obras hidráulicas responsable de la construcción del túnel.

Representación gráfica de un espacio público en Copenhague, inundado por el agua de lluvia.
Así se verá luego el espacio público, cuando el agua de las lluvias lo inunde, alejándolo de las calles y viviendas de la ciudad.Imagen: Tredje Natur

Beneficios a largo plazo

Parte del desafío es que los habitantes también colaboren con el proyecto. Y si se trata de cerrar parques infantiles o parques urbanos durante períodos prolongados, para convertirlos en zonas inundables, o de financiar los planes de adaptación mediante un impuesto sobre las facturas del agua, eso no siempre es fácil.

Pero Clouson-Kaas dice que adaptar una ciudad propensa a inundaciones para el futuro tiene mucho sentido en lo financiero. “Perdimos alrededor de mil millones en este evento climático [en 2011], pero se espera que haya bastantes eventos de ese tipo durante los próximos 100 años. Dicen que la pérdida potencial podría ser de, como mínimo, 4 o 5 mil millones de euros. Así que si invertimos 2.000 millones de euros, el cálculo cierra”.

Copenhague está en condiciones -financiera y políticamente- de invertir en esa infraestructura ahora, en lugar de hacer frente a posibles daños en el futuro. Así que se ha convertido en un lugar donde otras ciudades buscan aprender sobre los beneficios de crear una esponja urbana.

Fuente: dw