En diciembre de 2024, Dominique Pelicot fue condenado a 20 años de prisión, mientras que los otros 50 implicados recibieron penas de entre 3 y 15 años. Para Gisèlle, el veredicto fue una victoria, pero también un llamado a la acción:
“Nunca me arrepentí de haber tomado esta decisión. Confió en nuestra capacidad de proyectarnos hacia un futuro en el que todos, mujeres y hombres, podamos vivir en armonía, con respeto y comprensión mutua”, expresó al conocer la sentencia.
Un reconocimiento que trasciende fronteras
El impacto de su historia llevó a que Gisèlle Pelicot superara en la encuesta a figuras como el presidente Emmanuel Macron, el mandatario ucraniano Volodímikr Zelenski y el expresidente estadounidense Donald Trump. Según el Instituto Odoxa, el 38% de los franceses votaron por ella, destacando su dignidad y la magnitud de su lucha.
Personalidades de todo el mundo también rindieron homenaje a su coraje. Emmanuel Macron, en un mensaje en redes sociales escribió:
“Gracias, Gisèlle Pelicot. Por enfrentar al prueba con la cabeza en alto. Por las mujeres y por todos nosotros, porque tu valentía ha inspirado a Francia y al mundo”.
El canciller alemán Olaf Scholz se sumó al reconocimiento:
“Saliste valientemente del anonimato para luchar por la justicia. Les diste a las mujeres de todo el mundo una voz fuerte. La vergüenza siempre es del perpetrador”.
Impacto en la legislación y el movimiento feminista
El caso Pelicot no solo generó un cambio cultural, sino que también motivó la revisión de las leyes francesas. Actualmente, el 94% de las denuncias de violación en el país son desestimadas, una estadística que ahora enfrenta un fuerte escrutinio público.
Grupos feministas han destacado que el ejemplo de Gisèlle impulsa a otras víctimas a alzar la voz, y su historia ha sido el catalizador de debates urgentes sobre justicia y protección para las mujeres.
El legado de Gisèlle Pelicot
Gisèlle Pelicot no solo representa a las víctimas que buscan justicia, sino también a una sociedad que comienza a reconocer la necesidad de un cambio profundo. Su valentía y decisión de hablar en voz alta han inspirado a millones, convirtiéndola en un símbolo de esperanza y resiliencia que marcará la historia contemporánea de Francia.