El 31 de marzo de 1889, el horizonte de la Ciudad de la Luz cambió para siempre con la inauguración de la Torre Eiffel, una estructura que, en su momento, fue blanco de duras críticas y ahora es un símbolo indiscutible de Francia. En su 136 aniversario, recordamos la historia de su construcción, sus desafíos y su impacto en la cultura global.
Un proyecto audaz
La idea de una torre de 300 metros surgió con la Exposición Universal de 1889, un evento que conmemoraba el centenario de la Revolución Francesa. Para seleccionar el diseño, en 1886 se lanzó un concurso que atrajo 107 propuestas. El proyecto ganador fue el del ingeniero Gustave Eiffel y su equipo, compuesto por Maurice Koechlin, Émile Nouguier y el arquitecto Stephen Sauvestre.
La torre no solo era ambiciosa en altura, sino también en su proceso de construcción. Iniciadas las obras el 26 de enero de 1887, la estructura se levantó en un tiempo récord de 2 años, 2 meses y 5 días, finalizando en 31 de marzo de 1889. Se utilizaron 18,038 piezas metálicas, 2.5 millones de remaches y más de 60 toneladas de pintura para proteger el hierro de la corrosión.
Un desafío de ingeniería
Levantada con la ayuda de andamios de madera y grúas de vapor, la Torre Eiffel representó un reto técnico sin precedentes. Sus cimientos, diseñados para soportar las enormes patas de hierro, fueron colocados sobre una base de hormigón reforzado. En el lado del río Serna, los trabajadores recurrieron a cámaras de aire comprimido para cimentar bajo el agua.
Cada pieza de la torre fue ensamblada con precisión milimétrica, asegurando estabilidad ante el viento. Gustave Eiffel defendió la estética de la estructura, argumentando que su forma respondía a principios matemáticos que garantizaban armonía y resistencia. “En lo colosal hay una atracción, un encanto propio”, declaró en su momento.
Del rechazo al reconocimiento mundial
A pesar de su innovador diseño, la torre fue duramente criticada antes de su inauguración, intelectuales y artistas la calificaron como una “monstruosidad de hierro” que arruinaría el paisaje parisino. Sin embargo, cuando abrió al público en la Exposición Universal de 1889, fue un éxito rtundo, recibiendo más de dos millones de visitantes.
Originalmente planeada para ser desmontada después de 20 años, la torre sobrevivió gracias a su utilidad como antena de telecomunicaciones. Con el tiempo, pasó de ser una “atrocidad” a convertirse en uno de los monumentos más visitados y fotografiados del mundo, con más de 7 millones de visitas anuales.
Un legado indiscutible
A 135 años de su construcción, la Torre Eiffel sigue desafiando el tiempo y cautivando a quienes la visitan. Desde su primera pintura hasta sus luces parpadeantes en la noche parisina, la Dama de Hierro es más que un monumento: es un testimonio del ingenio humano y un recordatorio de que incluso las ideas más audaces pueden convertirse en símbolos eternos.
MG.