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Expectativa en el Vaticano: primera votación del Cónclave termina sin Papa y deja al mundo en suspenso

Una nube de humo negro cortó la expectativa global la tarde de este miércoles desde la chimenea de la Capilla Sixtina: los cardenales reunidos en el cónclave no lograron alcanzar el consenso necesario para elegir al nuevo Papa.

La señal, inconfundible y cargada de simbolismo apareció a las 19:00 horas (hora Roma) ante la mirada atenta de más de 30,000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro, además de millones de fieles que seguían la escena a través de medios y redes. No hubo fumata blanca. No hubo Papa.

Los 133 cardenales electores menores de 80 años, aislados completamente del mundo exterior – sin celulares, televisión ni interne – iniciaron este miércoles el proceso más solemne de la iglesia católica, rodeados de los frescos del Juicio Final de Miguel Ángel, donde el silencio pesa tanto como la tradición.

Sin acuerdo: continúa la votación

La primera jornada terminó sin que ninguno de los candidatos obtuviera los 89 votos necesarios (dos tercios del total) para ser proclamado Sumo Pontífice. Las papeletas fueron quemadas en la emblemática estufa del cónclave con los productos químicos que tiñen el humo negro, una práctica que se mantiene intacta desde hace siglos.

El proceso se reanudará el jueves a las 9:00 de la mañana hora local con dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. Si en alguna de ellas se alcanza el número requerido, la fumata blanca podría aparecer alrededor de las 12:00 o 19:00 horas locales. Cualquier humo anticipado indicaría que, finalmente, hay acuerdo y el mundo conocerá el nombre del nuevo Papa.

Misterio, tradición y fe

Antes de comenzar la elección, los cardenales hicieron un juramente solemne de confidencialidad absoluta, prometiendo guardar silencio sobre todo lo que ocurra durante las deliberaciones, incluso de forma indirecta. La atmósfera de misticismo y reflexión sigue intacta, mientras los fieles se aferran a señales dividas… o a una gaviota que, curiosamente, se posó por largo rato sobre la chimenea, como una espectadora privilegiada del drama papal.

La espera continúa, y con ella, las especulaciones y el fervor de una iglesia católica ansiosa por saber quién será el sucesor de Francisco, un Papa que marcó su pontificado con reformas, cercanía a los más vulnerables y un estilo directo y poco convencional.

Por ahora, el mundo mira al cielo del Vaticano, esperando que la próxima columna de humo sea blanca.

 

 

MG.

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