Opinión y Análisis: Día de muertos, entre tumbas abandonadas

Los panteones simbolizan el final de la vida; la frontera con la eternidad; son el límite entre la vida y la muerte. Paradójicamente cobran vida el día de muertos, y duermen en el letargo del abandono el resto del año.

Por su antigüedad, hay centenares de tumbas que permanecen en el olvido, tumbas decrépitas que nadie restaura, ni reclaman.

Solamente en el panteón municipal número 3, ubicado en la colonia esperanza, se contabiliza un aproximado de 1300 tumbas totalmente abandonadas, de acuerdo con cifras de la dirección de servicios públicos del ayuntamiento.

El abandono de tumbas por parte de los familiares de los difuntos se da en la mayoría de los panteones municipales, entre ellos el del Conchi, y no se diga en el Ángela Peralta, el panteón municipal de mayor antigüedad.

Disposiciones del Reglamento de Panteones
No obstante que el Reglamento municipal en la materia, obliga al Ayuntamiento a la vigilancia, conservación y mantenimiento de los cementerios, la disposición contenida en su artículo 22, no se cumple a cabalidad; la maleza rebaza el esfuerzo de las autoridades y el olvido de las tumbas hace difícil su mantenimiento.

Otra disposición la dicta el artículo 20 del mismo Reglamento, en proceso de cumplimiento, dice “Los panteones establecidos o que se establezcan en el Municipio deberán contar con un plano y nomenclatura, cuyo ejemplar será colocado en lugar visible al público”.

El problema que enfrentan todos los camposantos es la saturación y el olvido. En el panteón número 3 hay tumbas que datan de principios del siglo pasado y que el INAH no admite sean alteradas en su restauración, y se dificulta su mantenimiento; pero el tiempo no perdona ni reconoce jerarquías.

La paz de los cementerios se ha visto alterada por el crecimiento urbano que no entiende de fronteras y varios de los panteones ya han sido copados por fraccionamientos cuyas colindancias permiten ver las tumbas a escasos metros de las viviendas.