Opinión y Análisis: El Instituto Estatal Electoral, nació con discapacidades múltiples.

Con la publicación de la convocatoria electoral que emitió el Congreso local, para elegir gobernador, diputados y las planillas encabezadas por los alcaldes, se pensó que la labor abiertamente proselitista de los múltiples aspirantes a los diferentes cargos de elección popular iba a bajar de intensidad y manejarse en el plano de la discreción.

Nada más alejado de la realidad, todo indica que la publicación de la convocatoria fue el banderazo de arranque para intensificar las actividades que emulan a las campañas electorales.

El artículo 2 de la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales del Estado de Sinaloa, mandata la prohibición de los actos anticipados de precampaña. En su texto dice “Son acciones y expresiones realizadas bajo cualquier modalidad y en cualquier momento entre el inicio de un proceso electoral y el inicio de los procesos internos de los partidos para seleccionar a sus candidaturas a cargos de elección popular, con el objeto expreso de pedir el voto a favor o en contra de una precandidatura”.

Aunque explícitamente los aspirantes no están pidiendo el voto, implícitamente si están ejerciendo una influencia directa en las preferencias de los electores. Tan solo el día de ayer, los panteones fueron lugares de repartición de propaganda eminentemente electoral como las botellas de agua con la foto de Daniel Amador, y la leyenda “un profesor para gobernador”; de la misma manera se repartieron abanicos con alusiones a la senadora Diva Adamira Gastélum Bajo.

Todos los aspirantes a un cargo de elección han encontrado grietas en el andamiaje legal para promocionarse en tiempos que son de guardar. El espíritu de la ley electoral es una y otra vez violentado por quienes deberían ser ejemplo de su cumplimiento.

No ha perdido vigencia aquella famosa frase del sociólogo alemán Max Weber: “los hijos de la democracia son los primeros en amenazarla”, refiriéndose a los partidos políticos.

Con el nombramiento del delegado al Pri estatal, Ramiro Hernández García, se pensó que se exhortaría a los aspirantes a suceder a Mario López Valdez, a respetar los tiempos y que pondría orden; pero lo expresado el día de ayer por la dirigente estatal de ese partido, Martha Tamayo, no dejó lugar a la especulación: “ni modo de que se queden encerrados en sus casas”. Acto seguido enlistó a nueve pretensos, incluyendo a Vargas Landeros.

Mientras los dirigentes de los partidos políticos dan luz verde a las actividades proselitistas de los correligionarios que se creen con suficientes méritos para un cargo de elección, las cuales desarrollan ya sin ningún pudor, el recién constituido Instituto Estatal Electoral, nació con discapacidades múltiples: no ve, no oye y está sordo ante la andanada de acciones contrarias a la legalidad que cometen tanto aspirantes como partidos políticos. El árbitro electoral cambió de nombre, pero sigue siendo omiso.