Los terribles hechos sucedidos por estos días en San Ignacio y El Rosario, deja al descubierto la grave situación que sufren muchos de estos municipios.
No sólo enfrentan el flagelo de la inseguridad, de la violencia, de la presencia de grupos armados, sino además continúan viviendo en el atraso, sin actividad económica y sin desarrollo productivo.
Municipios también como Concordia y Cosalá, que están igual.
Estos municipios, por la pobreza y la violencia, adolecen de la migración de su gente a las ciudades.
Pueblos enclavados en la sierra que se están quedando solos. Abandonados, son pueblos “fantasmas”.
Las escasas familias que se aferran a su tierra, viven con miedo, con el Jesús en la boca, pero con la esperanza de que algún día la situación mejore.
Alcaldes, como don Amado Loaiza o Arturo Flores, de San Ignacio y El Rosario, respectivamente, que poco, muy poco pueden hacer por sus municipios y por su gente.
Por eso, justo ahorita que es evidente la situación de SOS que viven estos municipios sinaloenses, es necesario exigir a la clase política y gobernante, a los que están en el poder y también a los hombres de negocios, que hagan algo por esta gente.
Es obligación de empresarios, diputados, senadores, y políticos en general, “echarle la mano” a estos municipios de Sinaloa que hoy viven resignados a vivir con el estruendo de las balas en sus oídos.
Y sin saber si el día de mañana vivirán para contarla.
Va por ellos.
Hasta mañana.
