Celia Jáuregui: 25 años como Reina de los Juegos Florales

 

Celia Jáuregui es la Reina de los Juegos Florales 1993 y este 2018 celebra 25 años de reinado. Hoy al revisar su historia reconoce que el Carnaval de Mazatlán la ayudó a encontrar un camino para expresar su pasión por los lazos profundos que tiene con su tierra.

El Carnaval definió mi vocación: dedicarme al turismo y a promover a Mazatlán y hoy,  a eso me dedico,  a la promoción de Mazatlán como destino turístico y como ciudad modelo para vivir en ella, afirma.

Gracias a su reinado Celia Jáuregui se convirtió en embajadora de Mazatlán en eventos nacionales, después trabajó en la organización de dos carnavales, ha participado como jurado en elecciones de reinas y todo comenzó con una decisión que ella no tomó.

“Esta es una experiencia que le debo a mi madre. Me enteré por los periódicos que yo era la primera candidata inscrita y cuando me di cuenta mi mamá me dijo: ‘Lo siento, ya estás inscrita, ahora tienes que asumir la responsabilidad’; le dije ‘esa responsabilidad es tuya’… y 25 años después sigo agradeciéndoselo”.

Celia Jáuregui entró de lleno a la embriagante dinámica carnavalera; un ambiente pasional en donde los mitotes, la algarabía y las emociones estremecen y la potencia de este torrente llegó al máximo en la contienda por las coronas, porque en los años 90 aspirar a ser reina  era eso: una auténtica contienda.

“Las candidatas hacíamos una campaña individual intensa. Teníamos un eslogan, tratábamos de socializar mucho, cada quién se hacía responsable de su promoción, además de la que te daba CODETUR (hoy Instituto de Cultura de Mazatlán). Las candidatas nos preparábamos para  de las mejores; ser candidata  era un compromiso individual muy intenso.”

Celia recuerda que el resultado de esta campaña fue un Carnaval al rojo vivo que celebró una Elección de Reinas memorable.

“Fue una decisión hasta el último momento bien intensa para todos los que participábamos en esa elección en la Plaza de Toros. Fue cardiaca… emocionante”, recuerda Celia con una gran sonrisa.

Como Reina de los Juegos Florales  del Carnaval de Mazatlán 1993, Celia  vivió uno de los cambios más significativos de esta tradición: la exaltación del arte y la cultura, sello de las fiestas carnestolendas en la Perla del Pacífico.

“Se llamaba ‘El Carnaval Mitológico”, un carnaval muy, muy bonito, con una dinámica muy interesante y fue uno de los primeros carnavales en donde se conjugó el aspecto de la vida cultural de Mazatlán, que es lo que nos distingue, con la pachanga, fue un parteaguas”.

En su coronación, el arte y la cultura brillaron al máximo: una ceremonia inspirada en la mitología griega, ella representó a Selena, diosa de la luna y estuvo rodeada de auténticos íconos del arte nacional durante el espectáculo musical con el tenor Fernando de la Mora, bajo la dirección del maestro Enrique Patrón De Rueda; y la presencia del poeta Abigael Bohórquez, ganador del Premio de Poesía Clemencia Isaura 1993, y de Elena Poniatowska, ganadora del Premio Mazatlán de Literatura de aquel año por su libro “Tinísima”.

Celia también vivió un desfile impresionante por la posibilidad de sentir de cerca el calor y la alegría de los patasaladas; pero por encima de estos recuerdos, ella atesora un momento que encierra el significado más profundo del carnaval, uno que palpita en su sangre.

“En el año que yo concursé mi mamá había cumplido exactamente 20 años de haber concursado. Ella fue marquesa del Carnaval. Entonces cuando pasa el festejo y veo el recuento de las vivencias y las fotografías, encontré varias fotos mías y de ella en el mismo escenario; parecía que estábamos en el mismo momento, con diferentes rostros y fue como revivir lo que era la pasión de ella: mi mamá es carnavalera de hueso colorado, entonces lo que sus hijos vivimos es esa herencia del carnaval, la pasión por la cultura y la fiesta gaya”.

Ahora, en el umbral de su celebración como Reina de Plata de los Juegos Florales del Carnaval de Mazatlán, siendo madre de dos hijos (Alejandro, de 22, y Ámbar, de 12), el ciclo se repite.

“Fíjate que lo que ha marcado esta experiencia es mi hija. Ella lo está viviendo más intensamente que yo y con más ilusión, porque  se siente muy orgullosa de su mami. Entonces cuando le dicen ‘tú mamá fue reina, oye que padre, ¡vas a salir en el carro!’, es una de las satisfacciones más importantes de esta experiencia, la ilusión que Ámbar tiene de participar en esta fiesta también”.

Así, en espera de que la magia del Carnaval se apodere por completo del puerto, Celia agradece a las fuerzas que le han permitido vivir con plenitud y aspirar a mantener intacta una tradición que ha sido generosa con ella.

“Agradecer a mi mamá porque fue quien tenía toda la intención y sabía lo que hacía, yo en ese momento no lo entendía, y le agradezco infinitamente la oportunidad de haber vivido esta experiencia; y sobre todo, como te decía, a Dios, por haber llegado. Espero llegar a los 50, ya hemos visto en los últimos Carnavales a reinas espectaculares, maravillosas, dicen que una reina nunca se quita la corona y yo creo que es cierto”.