Confesiones del rifle de Don Manuel

Es entregado a las autoridades después de 30 años de estar en una casa cerca de El Quelite.

¿Me traen aquí después de 30 años de convivir con mi jefe?. Ahora que pasará conmigo? Me han arrojado junto con otras más veloces y hasta con unas cosas redondas que no conocía. No se a donde me llevarán o si termine echa una chatarra.

A decir verdad ya estaba jubilado. La última vez que servi fue hace cinco años o más. Dejé de disparar cuando mi patrón tampoco pudo salir conmigo. Ya estaba cansado de ir al campo a cuidar su parcela a donde me llevaba en su hombro.

Dejenme contarles un poco de mi historia. Me compró hace cuatro décadas un señor llamado Manuel Bernal. Les confieso que jamás me utilizó para algo malo. Ni para asaltar a alguien. Ni para herir a personas.

Don Manuel casi diario me echaba parque y nos íbamos al monte allá en un rancho cerca de El Quelite. En el río.

Solíamos ir a cazar animales, roedores de la región: tacuaches, armadillos y hasta coyotes. Solía disparar rápido. En ese tiempo un rifle calibre 22 era bueno. Para el rancho era ideal: cazar animales y para que Don Manuel se sintiera seguro junto con su familia. He de admitir que las nuevas generaciones ya no compraron este calibre ya desfasado. Hoy los R-15, AK 47 y rifles de alto poder son la moda.

A ellos los usa la delincuencia para matar.

Para asaltar.

Para hacer daño.

Se que estar vigente 20 o 30 años ya es complicado. Yo allá en el rancho estaba ya empolvado. Si me quisieran meter parque sería complicado. Los nietos de mi patrón decidieron sacarme de un baúl viejo. Después de tantos años han decidido entregarme a las autoridades. Les confieso que este viernes cerca de las 10:00 horas, Víctor Bernal, abuelo de Manuel, mi compañero de toda una vida,
me entregó con dos tipos camuflados de verde y una de azul en una mesa de Palacio Municipal. Vi que a Victor le dieron dinero. Me compraron en una armería en pesos y hoy me venden también por mil 500 pesos.

Ya aquí estoy con otras armas de gran calibre que sí servían y hasta granadas, esas cosas redondas que les comenté antes. Mi destino será seguramente en otro cuartel o estaré como fierro viejo dentro de esta campaña de donación.