Culto a los muertos, hace vibrar al Centro Histórico

Miles de personas celebraron a lo grande el Día de Muertos, la tradición más representativa de la cultura mexicana, al recorrer el Umbral al Mictlán que impregnó de misterio y misticismo el Teatro Ángela Peralta y la Escuela Municipal de Artes.

Posteriormente el gentío, llenó de lado a lado las calles e hizo vibrar al Centro Histórico durante la tradicional Callejoneada.

Bajo una calavera gigante de penetrantes ojos verdes, el Alcalde de Mazatlán, Carlos Felton González y su esposa Silvia Treviño de Felton, – vestida de catrina- el pasado sábado, cortaron el listón inaugural a las 18:30 horas, para iniciar el primero de los misteriosos recorridos hacia el Umbral al Mictlán, los cuales no cesaron hasta después de las doce de la noche.

Al frente de esta celebración el Instituto de Cultura de Mazatlán bajo la dirección de Raúl Rico González, logró convocar a miles de mazatlecos y turistas nacionales y extranjeros en una fiesta que fluyó sin contratiempos y permitió la sana convivencia social en la zona turística más antigua de la ciudad.

En el primer paraje del recorrido hacia el Umbral al Mictlán, coordinado por la maestra Cecilia Sánchez Duarte, los alumnos de ballet de nivel técnico medio, rindieron tributo a la danza prehispánica a través El Rito, para evocar los sacrificios humanos que la comunidad azteca ofrendaba como muestra de gratitud y deseo de bonanza a los antiguos dioses.

En los pasillos del teatro tenuemente iluminados por tétricos colores violeta, personajes de ultratumba se deslizaban en el piso y salían entre las paredes dando gritos que asustaron a los espectadores mientras avanzaban para recibir el siguiente misterio.

Al llegar a las entrañas del teatro se abrió el telón y los alumnos de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán escenificaron en las butacas, el tránsito de las almas en pena al abandonar este mundo. Al terminar, otro grupo de artistas rindió culto a la muerte al interpretar El Cadáver de la Novia, una de las obras más reconocidas del enigmático cineasta Tim Burton.

El recorrido continuó por los pasillos del teatro donde se apreciaron calaveras colgadas y huesos de utilería dispersos mientras la voz de la cuentista y narradora Ángela Camacho, declamaba poesía.

Al salir a los balcones exteriores del teatro, el público disfrutó la mítica canción La Llorona y después encontró en la Galería Ángela Peralta una colección de 18 piezas inspiradas en la muerte, obras que combinaron diversas técnicas de pintura y grabado, entre ellas los pendones creados con grabado y aplanadora que representarán a la Escuelas de Artes Plásticas del Instituto de cultura de Mazatlán durante el Festival de Día de Muertos en San Francisco, California, celebración que llega a reunir a más de 300 mil personas.

A través del Umbral del Mictlán, el Instituto de Cultura de Mazatlán dedicó altares a personajes entrañables del arte en Mazatlán, entre ellos, la legendaria soprano que dio nombre al teatro Ángela Peralta; a la cronista social Martha Alicia González y el altar mayor fue dedicado a honrar la memoria del maestro, productor y director de teatro, Jorge Gorostiza Zatarain, cuyo legado vino a revitalizar la escena teatral en la ciudad.

Para cerrar con broche de oro, tres jóvenes de la EPDM interpretaron un performance aéreo y una prehispánica danza azteca para despedir al público quien recibió el sabroso y tradicional pan de muertos al salir del teatro y se enfiló rumbo a la Plazuela Machado para participar en la tradicional callejoneada de Día de Muertos.

Callejoneada en el Centro Histórico

En punto de las 20:00 horas miles de personas, entre ellas el Presidente Municipal Carlos Felton y su esposa Silvia Treviño de Felton, iniciaron la tradicional Callejoneada del Día de Muertos. La procesión avanzó sobre las angostas arterias del Centro Histórico e hizo escala en nueve altares colocados por los usuarios e inversionistas de la zona.

El mazatleco, fiel a su espíritu festivo, inició el jolgorio desde antes de que la música de banda empezara a sonar. Los arlequines, dos burros adornados con flores, comparsas y las espectaculares catrinas realizadas por Luis Antonio Ríos, fueron el centro de atención y los más solicitados para tomarse la fotografía del recuerdo.

La procesión comenzó con el estruendo del primer cohete. Ante esa señal avanzaron los protagonistas de la noche. Encendieron la mecha de la fiesta, un par de catrinas de azúcar, que representaban a la Ciudad de México a través de flores de alcatraz y el símbolo nacional de la serpiente y otra que reflejaba el color y libertad de la mariposa monarca predominante en los estados de Oaxaca y Michoacán.

A la gente que inició el recorrido en la Machado se fueron sumando muchos más durante el trayecto. En las calles y casas vecinas, las familias y empleados de la zona esperaron el paso de la fiesta andante.

La tradición de pintarse la cara, ponerse flores de colores y vestirse de negro como la popular catrina mexicana estuvo presente y a ella se sumaron algunos visitantes extranjeros.

Bandas de música, entre ellas La Mazatleca, arlequines con grandes zancos, hombres de plata que maniobraban palos de fuego ardiente y el infaltable néctar embriagante de la cerveza que se regalaba a los viandantes, hicieron de esta fiesta una experiencia inolvidable llena de colores y sabores para revivir la tradición de recibir con alegría a las almas que durante la noche de muertos, regresan de ultratumba para reunirse con sus seres queridos.

Los nueve altares honraron la memoria de: Antonio Haas en el restaurant La Tramoya; Henning Mankel, en La Casa del Caracol; Herman Melville en el Hotel Melville; Richard Azula en El Recreo; a la Cultura Mexicana y Prehispánica en el Museo Arqueológico; en el Colegio Sinaloense a sus maestros y estudiantes fallecidos, y en el Museo de Arte y Angelina´s a Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”.