Señora, señor, aguas si su hija le dice que quiere participar en algún concurso de belleza.
No debe de ponerse alegre, al contrario, debe de preocuparle y ponerse a pensar. ¿Será bueno para ella?
Le cuento la siguiente historia.
La Policía Federal acaba de detener en la capital de Sonora a una señora de nombre Clara Elena Laborín Archuleta.
Tal vez, como a muchos, no le diga nada ese nombre. Pero si le digo que era la esposa de Héctor Beltrán Leyva, alias “El H”, uno de los líderes del narcotráfico en México, como que la cosa ya cambia ¿no?
De acuerdo con la información boletinada por el gobierno federal, esta dama a la detención de su marido, tomó el mando de su organización delictiva.
Lideraba, aseguran, una banda de criminales, dedicada lo mismo al tráfico de drogas, que al secuestro o la extorsión.
Además, la ubicaron como la principal generadora de violencia en el paradisiaco puerto de Acapulco, Guerrero.
Pero lo que más llama la atención es de que “La Señora” como se le conocía en el mundo de la mafia, fue, hace años Miss Sonora.
¡Como lo está leyendo, fue Reina de la Belleza! en aquel vecino estado al nuestro.
Cierto, no es nada extraño ni raro, tampoco sorpresa de que las “señoras del narco” en México provengan precisamente de este tipo de certámenes de belleza que ya es hora deberían ser regulados y vigilados de manera más estricta por la Secretaría de Gobernación.
Los capos de ahí se están surtiendo. La relación entre concursos de belleza y narcotráfico es íntima.
Por eso le decía al principio, preocúpese si su hija pequeña o adolescente le comenta que quiere ser reina de belleza algún día.
¡Aguas!
Hasta mañana.
