Me cuesta mucho trabajo considerar ARTISTAS a dos tipos que seguramente usted ha escuchado hablar de ellos o en el peor de los casos, hasta los ha escuchado “cantar”.
Bueno, si es que a “eso” se le puede llamar cantar.
Me refiero a Lupillo Rivera y a Larry Hernández.
En el sentido estricto del concepto, un artista es aquella persona que hace, crea o produce obras de arte, de acuerdo con el “tumbaburros” de Wikipedia.
En verdad no creo que estos dos sujetos hagan arte. Uno saltando todo borracho a los escenarios, con una botella de vino en la mano y el otro interpretando “narcocorridos”.
Fíjese el título de su más reciente material “Soy Narco y qué”. Chulada.
Pero eso no es todo.
Me atrevo a considerarlos hasta un mal ejemplo, un verdadero peligro y mala influencia para los chavos que sí traen el arte y la “cantada” en sus venas.
Y para el público en general, también.
Le comento que casi me voy de espaldas cuando leía que aparecieron en las redes sociales jugando a la “narco-lotería”, un nuevo jueguito que sabrá Dios quién acaba de inventar.
Claro, a propósito de la detención del líder del Cártel de Sinaloa.
En el video, este par de “artistas” del bajo mundo, aparecen muy divertidos mencionando, en lugar de las imágenes tradicionales, los nombres de capos como “El Chapo”, “El Señor de los Cielos” y de armas propias del narco como el AK-47, el Calibre 50 o el R-15.
Que estupidez tan grande.
Soy un convencido de que un artista tiene un papel social y cultural muy importante en la sociedad.
Es o debería de ser como un médico, un profesor, un intelectual, un escritor, incluso hasta como un cura o un empresario.
Pero este par de “remedos” de artistas y cantantes, qué van a saber de eso.
Pero ellos no tienen la culpa, sino el que los hizo artistas y los lanzó a la fama.
Insisto, Lupillo y Larry más allá de que hayan nacido en cuna humilde –como pregonan- son un mal ejemplo para la juventud mexicana.
Hasta mañana.
