La masacre que se vivió ayer en este penal de Monterrey, en el estado de Nuevo León, es una película que yo ya vi aquí en Mazatlán.
La mañana del 15 de junio del año 2010, una “carnicería” se desató en el Cecjude local, dejando como saldo sangriento, 29 presos muertos, 17 a balazos y 11 con armas punzocortantes.
A cinco años y meses de aquella pesadilla, se vuelve a repetir en la cárcel estatal de la capital neoleonesa: 52 muertos y 12 heridos. Peor que aquí.
Igual que en aquella ocasión, la nota ocupó los principales espacios en noticieros de radio, TV, internet y periódicos.
Pero esto vuelve a suceder por la nula atención que sobre el tema penitenciario pone el gobierno. O los gobiernos.
El sistema penitenciario es una bomba de tiempo y cuando la autoridad se hace de la vista gorda, pasa esto.
La corrupción, el autogobierno, la sobrepoblación y las drogas al interior son los grandes males sin remedio.
A continuación le ofrezco algunos datos duros para que tenga la “película” completa.
En nuestro país tenemos 424 centros penitenciarios, con 260 mil presos, 95% son hombres y el resto son mujeres.
Pero de esas 423 cárceles en todo el país, solamente 21 son centros penitenciarios federales, el resto más de 340 son estatales, llenos de delincuentes peligrosos. Ahí está el problema.
En 21 estados hay un 70 de sobrepoblación. Los reclusorios están a punto de reventar, literalmente.
Entonces, si el gobierno federal y los gobiernos estatales no se aplican como se debe en este tema, más masacres como la de Topo Chico o la de Mazatlán hace 5 años, seguirán ocurriendo irremediablemente.
Hasta mañana.
