Iba a segundo año de prepa en uno de los Cobaes de Mazatlán. Cuando mucho tenía 17 años de edad.
No era una estudiante brillante, pero iba a la escuela para “tapar” sus verdaderas actividades y para no tener pleitos en su casa. Pero un día, desapareció. Así, de la noche a la mañana dejo de ir. Borró su perfil de su red social y jamás volvieron a saber de ella en la escuela.
De hecho dicen que su familia tiene más de dos años buscándola. Tengo su nombre y sus datos generales, pero por razones obvias no los publicaré.
Pero sí su historia. Esta es. Le decían “La Buchona”, yo le llamaré “Gaby”. Solía presumir sus amistad con gente “pesada”. Eran sus amigos. Iban por ella a media mañana en camionetonas, se ausentaba dos o tres horas y luego regresaba. En algunas ocasiones sorprendía a sus amigas con “pacas” de billetes en su mochila de espalda. Producto de un secuestro o de una extorsión, decía, pero no le creían.
Presumía y subía fotos rodeada de sus patrones. Según ella eran narcos, se tomaba fotos portando armas de grueso calibre. E incluso llegó a subir fotos a su “face” al frente del volante de lo que parecía una avioneta o helicóptero. Sus amigas no le creían hasta que ya no supieron nada de ella. En la escuela, sí se enteraron –de oídas- pero la dirección del plantel puso oídos sordos y una venda en los ojos.
Ni le llamaron la atención ni alertaron a sus padres. En una palabra les valió…..usted sabe qué. Por eso cuando la semana pasada se denunciaron casos de prostitución en escuelas de Cobaes en la zona norte, pensé, no, no solo son casos de prostitución sino hasta de infiltración del crimen organizado en las prepas de Sinaloa. Qué pena, caldo de cultivo. Y no estamos exagerando.
Hasta mañana.
