El Acuerdo de Asociación Transpacífico, un riesgo para México

Por Héctor Melesio Cuén Ojeda
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A nuestro país no le ha ido bien en los acuerdos comerciales con otros países, en especial con el que firmó con Canadá y Estados Unidos en 1994: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan). No solo no resolvió el problema de desarrollo de México, sino que agudizó la desigualdad y la pobreza.

Durante el periodo de vigencia del tlcan, la pobreza en México se incrementó considerablemente, pues de 47.3 millones de individuos pobres en 1994, pasó a 55.3 millones en 2014. Es decir, hay ocho millones más de pobres, a cambio de una pírrica tasa de expansión económica promedio de 3% anual, menor a la que se tenía en un lapso similar sin el Tratado, que entonces era del 5.2%, de acuerdo con registros del inegi.

La mayor parte del arroz, frijol, leche y soya que consumimos en nuestro país es importada de Estados Unidos, lo cual es muy grave, pues denota que México depende de otro país para comer.

El principal alimento de los mexicanos, el maíz, también se importa en cantidades considerables: en 1983, un año antes de entrar en vigencia el tlcan, importamos 500 000 toneladas métricas de este grano, y para el 2015 se han importado 7.5 millones de toneladas, 1400% más.

Estas cifras evidencian lo negativo de la adhesión de México a este tipo de acuerdos, donde lo único que se generó fue una gran dependencia económica hacia Estados Unidos, lo cual muestra que nuestro país, en la vida diaria, funciona prácticamente como una sucursal de aquel.

El pasado mes de octubre, México y 11 países del Pacífico (Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam) lograron un acuerdo sobre un extenso pacto comercial que reducirá las barreras arancelarias y establecerá estándares comunes para esas naciones en varios aspectos, como derechos de propiedad intelectual y medio ambiente, entre otros.

El acuerdo es conocido en el mundo como Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (tpp, por sus siglas en inglés), mientras que en nuestro país se conoce como Acuerdo de Asociación Transpacífico.

El tpp es una iniciativa promovida por Estados Unidos desde 2002, pero fue en 2010 cuando se iniciaron las pláticas formales. México se incorporó en 2012 tras la invitación oficial de Estados Unidos. Este acuerdo impulsa la liberación del comercio y la inversión; abarca un mercado de 800 millones de personas, representa el 40% del Producto Interno Bruto mundial y el 25% del comercio internacional; sus ganancias netas están estimadas en 295 billones de dólares al año.

Estos acuerdos fueron negociados en secreto por las autoridades federales de nuestro país y sin tomar en cuenta a los sectores productivos y empresariales.

La idea pareciera vanguardista, pero es oportuno considerar lo que especialistas y analistas encuentran en esta estrategia cuando señalan que se trata de una medida desesperada del presidente estadounidense Barack Obama, para evitar que China controle y dicte las reglas del comercio mundial; también está tratando de disminuir la influencia de China en la región asiática del Pacífico para que Estados Unidos recupere su liderazgo comercial. Visto de esta manera, México participaría en el acuerdo como una simple comparsa de los intereses de otros países.

Estoy convencido de que la única manera de competir y sacar ventaja del proceso de integración en el tpp, es mediante una política industrial creativa y responsable que fomente la innovación y el desarrollo tecnológico doméstico, que no se dependa tecnológicamente de empresas trasnacionales, y sea posible crear nuestros propios cuadros productivos y científicos de conocimiento económicamente útil. Solo de esta manera no se verían reducidas nuestras posibilidades de desarrollo en el futuro.

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), México no podía quedar fuera del tpp por su cercanía con los Estados Unidos, pero lo cierto es que dista mucho de ser la solución para el crecimiento que necesita nuestro país.

La cepal aclara que el gobierno del presidente Peña Nieto tiene que definir qué sectores abrirá, qué reglas establecerá y cómo se desarrollarán, para poder competir con las grandes economías, como Estados Unidos y Japón.

Tan solo por el hecho de que el presidente Peña Nieto haya realizado las negociaciones “en secreto” nos hace sospechar que no será lo mejor para México; el gobierno federal tendría que socializar el contenido de este acuerdo, tanto con las cámaras de diputados y senadores, como con los empresarios y la sociedad, pues desconocemos sus alcances reales. Se necesita evaluar qué políticas deben implementarse para que México se desarrolle y pueda combatir la desigualdad y la pobreza, es decir, tenemos que aspirar a políticas que nos permitan ganar como nación.

Otro punto importante es considerar qué efectos tendrá el tpp en el agro mexicano. Se comenta que el único país que ganará será Estados Unidos, quien espera incrementar 11% sus exportaciones agrícolas, por la sencilla razón de que en los acuerdos no se tocan los subsidios que reciben los agricultores estadounidenses, pero en cambio, sí se quitan los aranceles a los demás países.

Hay que reconocer que los otros países que conforman este Acuerdo no dan el apoyo ni tienen la capacidad financiera para dar los subsidios que asignan al campo los Estados Unidos. Se vislumbra, pues, que ocurrirá lo mismo que con el tlcan.

Para las economías regionales, como Sinaloa, si bien dicho Acuerdo pudiera representar una nueva oportunidad de ampliar sus horizontes de mercado, es importante destacar que mientras no se resuelva internamente el problema productivo de generación de valor, de incremento en la participación económica en el pib nacional que se ha rezagado en un poco más del 2% por décadas, el nuevo acuerdo podría agudizar aún más los problemas de competitividad, así como evidenciar e incrementar más el doloroso pero inocultable rezago.

Dudo mucho del beneficio a nuestro país del Acuerdo Transpacífico; por un lado, diversificaría mercados, pero por otro, podría tener consecuencias perjudiciales en materia social. De hecho, muchos especialistas han señalado que la eliminación de aranceles con algunos de esos países podría incrementar el saldo negativo de la balanza de pagos.

Veo un riesgo muy alto de que algunas de nuestras exportaciones a Estados Unidos sean desplazadas por naciones como Vietnam o Malasia.

Antes de comprometernos con nuevas disposiciones legales, hay que aterrizar las reformas estructurales pendientes, como la Ley de Competitividad y Productividad, para generar un programa nacional de industrialización y fortalecer su mercado interno. Se debe hacer un serio análisis en el que estén incluidos todos los sectores: legislativo, empresarial, gubernamental, académico, agrícola y social, y se debe, asimismo, revisar a conciencia la normatividad para argumentar sólidamente en defensa de nuestro país.
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Gracias y que pasen una excelente semana.

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