En la República Mexicana, es de uso generalizado incluir la palabra “potable” en los nombres de los organismos operadores de agua municipales. Llámese “Junta, Sistema o Comité”, siempre van acompañados de esa palabra mágica que parece más una certificación que una obligación sanitaria.
En este país, el servicio púbico del suministro de agua suele ser deficiente, irregular y de baja calidad; y se presta por dos vías: la red de servicio público y a través de camiones cisterna.
Ante la falta de potabilidad del agua del servicio público, los usuarios recurren a la compra de garrafones de 19 litros con un costo promedio de 10 pesos. Según cifras de la Comisión Nacional del Agua, más del 70% de las ventas de agua embotellada se da en estos garrafones, pagándose a 1.90 pesos por litro de agua potable. De esa forma, los hogares terminan desembolsando un promedio de 10% de sus ingresos en agua embotellada.
EL GRAN NEGOCIO
La venta de agua en botellas de diferentes capacidades, la realizan tres empresas que concentran el 82% del mercado: la Danone, Coca-Cola y Pepsi-Cola. Según proyecciones de la revista Forbes, las ventas de agua embotellada en México alcanzarán los 13 mil millones de dólares en este año 2015. En total se calcula que hay unas 7 mil pequeñas embotelladoras del producto en el país.
EL IMPACTO AL MEDIO AMBIENTE
Según la organización Fan México, 81% de los mexicanos consumen agua embotellada. Diariamente se generan 21 millones de botellas de plástico que son tiradas a la basura. Reciclándose solo el 20%.
Las opciones ante este problema son educar sobre el uso del agua para no ser objeto de la voracidad comercial; instalar sistemas de tratamientos caseros del agua; y cambiar conductas de consumo individual.
El agua es un derecho humano, es un recurso natural, no una mercancía.