No sé si sea insensibilidad, asunto personal de algún funcionario o de plano, abuso institucional como tantos que comete la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y que pocas veces salen a la luz pública.
Lo que sea, pudiera convertirse en el remache final para que un artista mazatleco se autoexilie del país, molesto por el actuar de las autoridades.
Lo oí decidido, tal vez se vaya a vivir a los Estados Unidos. No sé.
Lo escuché no solo enojado, molesto, estaba triste, desesperado.
Ayer recibí una llamada de mi amigo Julio Preciado, a quien tengo el gusto de conocerlo desde que íbamos juntos a la Prepa Jaramillo, en la UAS, por allá en la lejana década de los ochentas.
Sinceramente tengo que reconocer que pocas veces lo he escuchado tan devastado moralmente. Presa de la impotencia.
Lo que le molesta no es lo que le están cobrando en su recibo de energía eléctrica, por fortuna tiene para pagarlo. No, lo que lo irrita es el abuso que están cometiendo en su persona y contra su familia.
Lo voraz en los cobros de la CFE y que no haya nadie en este país quién la detenga.
Luego de que se hiciera público su pleito legal con la paraestatal, que incluso lo llevó a estar unas horas detenido en el penal hace unas semanas, Preciado, quien se ha visto mermado en su salud, sin embargo no ha dejado de pagar puntualmente mes tras mes.
Pero abusivamente le cargan cobros de casi 30 mil pesos mensuales ¡como si tuviera un hotel de 100 habitaciones!, cuando solo es el consumo de una casa.
Ya hasta se cambió de vivienda, consume menos luz y aun así le siguen llegando estos cobros excesivos.
“Ya no sé qué hacer. De plano. Nada más estamos trabajando para la comisión. Esto no es posible, de seguir la situación así, voy a agarrar las maletas, a mi familia y nos vamos a ir, no sé si del estado o del país. Es una cosa insoportable”, me contaba desconsolado.
Y sí, pareciera que contra la CFE no hay defensa.
Ojalá que solo sea de Julio un arranque de coraje.
Hasta mañana.
