Los politólogos y Angélica Rivera

Acaba de concluir el IV Congreso Internacional de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas en la sede de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Un evento de grandes dimensiones al que asistieron politólogos de treinta países y donde se expusieron los grandes temas de la ciencia política contemporánea. Lamentablemente ocurrió con la ausencia de los medios de comunicación que hubieran retroalimentado su trabajo en beneficio de una sociedad informada. Se trataron los temas más diversos y el énfasis en México constantemente estuvo presente. Sus instituciones, las elecciones, la violencia, las regiones, los ciudadanos, los escándalos políticos.

Justamente, hubo una conferencia magistral que me tocó coordinar y presentar sobre México. Fue la de El escándalo, la crisis política y las salidas institucionales en América Latina, dónde convoque a Manuel Alcántara, director de Flacso, España; a Isidoro Cheresky, investigador del Conicet argentino y a Silvana Krause de la Universidad Federal de Río Grande do Sul de Brasil, para que nos hablaran de este problema que recorre a América latina y explicaran su visión en casos nacionales.

Coincidió la realización de este evento con la revelación de The Guardian sobre el nuevo traspiés de Angélica Rivera, la Primera Dama de nuestro país, a quien el diario británico acusa de “hacer uso de una propiedad valuada en 2.05 millones de dólares en Key Biscayne, al sur de Miami Beach, con el permiso del Grupo Pierdant, que compite para administrar los puertos mexicanos” (http://www.sinembargo.mx/09-08-2016/3078236).

Aunque la nota publicada en SinEmbargo aclara que no se precisa cuáles puertos podrían ser de interés del señor Predant, la mención fundada se agrega a la percepción negativa de la familia presidencial por realizar transacciones privadas con efectos sobre el patrimonio nacional y esto ocurre a escasos días de que el Presidente Peña Nieto saliera a decir al país: “Pido perdón por la Casa Blanca, cometí un error. Dañó a mi familia y la investidura presidencial”.

Entre los politólogos hubo coincidencia en que los escándalos políticos son resultado de conductas contrarias al interés público, nada éticas, cometidas por individuos que tienen responsabilidades institucionales y por tanto, afectan las normas vigentes, los sistemas de valores y códigos morales colectivos.

Los escándalos políticos, además, solo pueden ocurrir en sociedades abiertas, con periodistas y medios de comunicación independientes de los gobiernos lo que significa que difícilmente en sociedades cerradas estos ocurran por el gran control o autocontrol que existe en ellas.

Sin embargo, no todos los escándalos políticos derivan en crisis institucionales, como podría ser la renuncia de un Presidente como ocurrió con Otto Pérez en Guatemala el 3 de septiembre de 2015; o la separación del cargo de un gabinete, como sucede en Brasil, donde está en juego la continuidad de Dilma Rousseff en el Gobierno constitucional o la disolución del poder legislativo por un Golpe de Estado como muchas veces ha ocurrido en América latina o un estado de gobernabilidad relativa como se vive hoy en Venezuela.

Es el caso de México, donde los escándalos políticos no han provocado una situación como las señaladas, las instituciones aún con toda la perturbación que percibimos en los medios de comunicación, sea por la violencia incontrolada o las movilizaciones magisteriales, siguen funcionando regularmente.

Las elecciones se llevan a cabo puntualmente sin grandes contratiempos, en las de este año por ejemplo, solo unas cuantas de las más de 140 mil casillas no se instalaron en el país y eso significa que la formación de los gobiernos no está en duda. Se eligen y cumplen con las responsabilidades constitucionales. Los problemas están en la gestión de muchos gobiernos.

Pero, eso no significa que los escándalos políticos, sean gratis para el político o los partidos en el gobierno, tienen un costo significativo.

Vemos, cómo hipótesis de trabajo, en ellos una pendiente que se expresó en 2014 con el conflicto de interés de la llamada “casa blanca” y el de inseguridad expresado en Ayotzinapa, ambos acontecimientos afectaron lo suficiente el desempeño electoral del PRI para perder nueve diputados federales y cuatro de los ocho estados en juego en los comicios de 2015; pero donde se ve más claramente la debacle electoral es en este año cuando el tricolor, pierde siete de los doce estados en competencia, la mayoría absoluta en algunos congresos estatales y alcaldías que hacen una contribución significativa en la lista nominal.

Más aun, los pronósticos más oficialistas para 2017, donde estará en juego el Estado de México, es que el PRI y sus aliados sufrirán un retroceso electoral que podría significar incluso la derrota en la elección de gobernador.

Si esto sucede, la elección presidencial de 2018, entra en una etapa de gran incertidumbre para los priistas, hoy las encuestas sitúan a Osorio Chong como el mejor posicionado en un tercer lugar, por debajo de Andrés Manuel López Obrador y Margarita Zavala, y eso significa que el PRI irá cuesta arriba, no puede cometer errores y menos todavía debería ser que la familia presidencial le provoque problemas con sus escándalos por conflictos de interés.

Sin embargo, las noticias que llegan de Reino Unido, sólo indican la falta de sintonía entre el partido y la familia presidencial, cierto la investigación periodística expresa hasta ahora los contornos de un nuevo escándalo político, sin embargo, como sabemos, esto se exacerba en las coyunturas sucesorias y estamos ante campañas electorales adelantadas.

Es muy probable, entonces, los esfuerzos del gobierno que van de la solicitud de “perdón” al pueblo de México, cómo la puesta en marcha del Sistema Nacional Anticorrupción, la ley de responsabilidades de los funcionarios públicos, mejor conocida como ley 3 x 3, o eventualmente, poner tras las rejas a los Duarte o a Borge, todo se iría al carajo, pues no cumpliría con el fin último que es recuperar credibilidad y conservar el poder.

En definitiva, el escándalo político, no es sólo una más de las discusiones académicas, sino es una materia profundamente política, es un fenómeno de la sociedad informada, un arma de precisión en la competencia por los votos, pero sobre todo, es ya una forma de control de la sociedad sobre los políticos que obliga a los actores a tomar medidas para evitar los problemas de ingobernabilidad.

Es hora de la ciencia política que tiene nuevos desafíos, ante estas evidencias de corrupción política en nuestros países.

Fuente: Sinembargo.com