Un año enfermo con Covid

El mundo cumplió un año enfermo con Covid, para entender lo que le sucede a un paciente, el médico tiene que investigar sus antecedentes, establecer un diagnóstico, definir un tratamiento y considerar el pronóstico.

En el caso del nuevo coronavirus, había antecedentes previos, el SARS del 2002, la influenza H1N1 del 2009 y el MERS del 2013, todos fueron avisos, llamadas de atención a un mundo globalizado, con una brecha económica enorme entre sus propios habitantes y con una incredulidad hacia la enfermedad. La salud no era problema antes del 2019. Había la sensación de que éramos y seguiríamos sanos para siempre. El dinero dedicado a programas de vigilancia epidemiológica para pandemias había sido destinado a otros fines en EU justo en septiembre del 2019.

La aparición de un virus con tres características, nuevo para el ser humano, altamente contagioso, incluso en personas asintomáticas, y con una variabilidad en el espectro de sus manifestaciones que van desde los que no presentan síntoma alguno a los que mueren en los primeros 10 días, enfermó gravemente al mundo. Al ser nuevo, los casi 8 billones de habitantes eran susceptibles, al contagiarse en pacientes sin síntomas era prácticamente imposible aislar a los enfermos sin impactar en la economía. Al variar tanto en las manifestaciones, lo hizo ver inofensivo para muchos líderes del planeta que lo calificaron de una simple gripa.

El diagnóstico actual es el de una enfermedad, activa, grave, con una diseminación exponencial, lo que antes le tomó 123 días para alcanzar el millón de contagiados, hoy ocurre en menos de 30 horas. La enfermedad se diseminó como un cáncer en el cuerpo del planeta, de Asia y Oceanía a Europa y de ahí a América y África, en forma incomprensible muchos de los países más afectados tuvieron el mayor tiempo para prepararse. Pero siempre hubo la sensación de que no iba a pasar nada, que el calor lo iba a destruir, que se iba a encontrar un medicamento, o que simplemente era más resistente el Occidente. El daño provocado ha sido inimaginable; y aunque empieza a verse luz en el eclipse ocurrido, la luz es demasiado tenue.

No existe aún un tratamiento efectivo para esta enfermedad, pudiera ser que, con el paso de los años, nos demos cuenta que ese fármaco que tanto buscamos lo teníamos, pero no lo supimos. Los estudios científicos han pasado desde la desacreditación de los cortico esteroides en marzo y abril, hasta su sólida recomendación a partir de junio del 2020. Parecería que el mencionar una alternativa fuera sinónimo de “encuentren cómo desacreditarla”. Los mejores medicamentos logran si acaso mejorar un 30% de los pacientes, cifras que a la visión de muchos es demasiado poco para el gasto en salud. La propia naturaleza de la enfermedad en donde hay un alto número de personas que se curan por su propio sistema inmunológico ha hecho difícil establecer el beneficio de tratamientos diversos. Parecería que la medicina basada en evidencia no estuviese preparada para una pandemia de esta magnitud, aun cuando considero que es la mejor forma de encontrar el tratamiento que tanto buscamos. Es bien sabido que muchas opiniones médicas confunden a un paciente y a su familia, en el caso de la tierra, las opiniones han venido no solo de miles de científicos y médicos, sino también de gente sin escrúpulos que busca vender remedios con el solo fin de lograr una ganancia económica. Parecería que el grupo de médicos se perdió en la discusión de ver quién era el héroe. Nos olvidamos del trabajo en equipo que tanta falta hace en los casos complejos.

El pronóstico diría que es bueno para la vida, al final el Covid pasará, no creo que desaparezca, pero si se controlará de una forma que nos permita volver a vivir sin el miedo, la incertidumbre y la tristeza que se han vivido en los últimos 13 meses. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta las graves secuelas que dejará esta enfermedad, está claro que la desigualdad económica aumentará y con ella pobreza y la violencia. El impacto emocional ha sido brutal, el aumento en divorcios, depresión y suicidio, es una de las primeras secuelas, falta ver lo que viene en los próximos meses o años.

El paciente está enfermo, va a sobrevivir, pero tiene que buscar cómo disminuir las secuelas y aprender a prepararse para las próximas enfermedades.

Fuente: Reforma